Una obra trascendental está relegada por los Gobiernos de turno por muchos años, es la carretera Machala–Guayaquil–Machala, anhelada no solo por los orenses y guayasenses sino por el sector productivo del país.
La larga espera para ver realizada dicha vía recuerda a la que se tuvo con la construcción de la carretera Guayaquil–Salinas–Guayaquil, hace mucho tiempo donde políticos manifestaban que era importante porque ayudaría al desarrollo de la península de Santa Elena, pero la oposición indicaba que no era necesaria porque solo serviría para que la oligarquía guayaquileña fuera a vacacionar a Salinas. Primaba el interés político y económico; al final se la hizo a un costo superior al proyectado en primera instancia.
La carretera Machala–Guayaquil–Machala es un desastre, especialmente en la jurisdicción del cantón Ponce Enríquez, del Azuay, hasta el cantón Balao, en Guayas, no ha tenido mantenimiento. La ampliación ha sido siempre una promesa de campaña incumplida, solo se la ha ampliado a retazos en el tramo Guayaquil–Naranjal-Guayaquil, quedando rezagado el de la Y de El Cambio–Río Siete–Naranjal; el Gobierno anterior, en medio de los reclamos de los usuarios, desapareció la caseta del peaje del Consejo Provincial de El Oro, y políticos opositores pedían una auditoría para saber en qué se usaron las tasas que se cobraban, pero terminada la campaña política se olvidaron de lo dicho. El actual Gobierno asegura que el tramo de Tenguel a Naranjal lo construirá una concesionaria por $ 260 millones. La obra debe terminarse, así lo demandan usuarios y productores de banano, cacao, camarón para poder trasladar sus productos a Guayaquil para su exportación y generar ingresos de divisas a la nación, disminuyan los accidentes de tránsito, y facilitar el turismo de El Oro. (O)
Óscar Solano Prendes, abogado, Machala, El Oro