A pesar de que los resultados en crecimiento de las exportaciones ecuatorianas de banano en el 2020 se incrementaron en un 7 %, esto se debe a factores que no necesariamente son buenas noticias para el futuro de la industria:
- Tenemos que ver si este incremento está reflejado en ingresos reales en divisas comparándolos con años anteriores. Estamos atados a un precio oficial y cuando el mercado obliga a negociar por debajo de este precio, se debe declarar obligatoriamente el precio oficial, diferencia que no se refleja en las cifras gubernamentales.
-El irrespeto de los importadores a los contratos, en cantidades y precios, como pretexto de la pandemia. Normalmente existen dos temporadas, la alta y la baja. La mayoría del año pasado existió la baja, y el 90 % de los importadores, por el COVID, incumplieron los contratos, otros desaparecieron, produciendo desastre económico a los exportadores que confiaban en sus clientes en el exterior. Dichos recursos no se podrán recuperar.
- El exportador trató de hacer lo mejor posible con sus recursos para que el productor siga operando a pesar que sus ingresos del exterior no eran los pactados en el contrato. Y los productores contratados con exportadores responsables recibieron menos recursos que los pactados, manteniendo esperanzas de recuperar la diferencia.
-Los productores spot después de cuatro años de bonanza de precios vivieron en carne propia su apuesta y perdieron en el 2020.
Con estos antecedentes, no nos dejemos impresionar por los importadores golondrinas que están comprando fruta a precios altos y luego disminuyen o desaparecen a vista de la autoridad. Si quieren importar, hagan como los demás: contraten la fruta todo el año, paguen el precio oficial y mantengan los volúmenes; no mareen a productores formales con falsas promesas. (O)
Cecilio Jalil Morante, ingeniero agrónomo, Guayaquil