El entusiasmo de la primera declaración pública de Andrés Arauz el domingo en la noche, con base en los exit poll de las dos firmas privadas, se disipó en la segunda intervención cuando comentó los datos parciales del sondeo rápido realizado por el Consejo Nacional Electoral (CNE). Los resultados oficiales daban un panorama distinto: su votación se ubicó apenas por encima de los 30 puntos, muy lejos de los 35 que le otorgaban los exit poll privados, y muy pero muy distante del anhelado 40% para un triunfo inapelable en una sola vuelta.
Si se comparan los primeros resultados de las elecciones del domingo con las del 2017, hay varios hechos interesantes para analizar la segunda vuelta que se viene, ya sea con Lasso o Yaku Pérez. Primero, las votaciones del correísmo y de Lasso cayeron casi 10 puntos cada una: 39 a 31 y 29 a 19, respectivamente. El correísmo se quedó con su voto duro y quizá unos pocos puntos más, con problemas para ampliar su horizonte electoral. De otro lado, la alianza entre las dos derechas no tuvo ninguna importancia electoral; por el contrario, Lasso le hizo retroceder a la tendencia. En la primera vuelta del 2017 los candidatos de CREO y el PSC se llevaron el 44,3% de los votos, y el domingo apenas el 20%.
Segundo: se amplió el mercado de votos para el balotaje. Si en la primera vuelta del 2017 entre Moreno y Lasso captaron el 67,35% de los votos, esta vez entre el primero y el segundo –cualquiera sea el segundo– se llevaron apenas el 50%. Tercero: el escenario se abrió a más jugadores relevantes. Lo más interesante de la votación fue la importante votación de Yaku Pérez, con un resultado inédito en la historia electoral de Pachakutik; y el sorprendente resultado del candidato de la Izquierda Democrática con un ascenso enorme en las últimas dos semanas. La votación de Pérez muestra el buen momento que vive la izquierda indigenista en el Ecuador y la disputa que le ha planteado a la izquierda populista del correísmo. Y Hervas seguramente captó el voto de un inmenso electorado de centro izquierda, progresista, democrático, reformista, sin ninguna identificación con Lasso, pero distante también de los radicalismos –en cualquiera de sus versiones– de izquierda. Cuarto: si en la elección del 2017 el Partido Social Cristiano (PSC) era el único actor importante en la segunda vuelta con el 16,7% de los votos, aparte claro de los finalistas, hoy habrá dos actores relevantes: Lasso o Pérez, y Hervas.
Será más fácil para Arauz posicionar su candidatura frente a Lasso, su antagonista ideológico y clasista por antonomasia, el banquero neoliberal, que frente a la izquierda de Yaku Pérez. En este segundo caso pesará la propia autenticidad de Yaku, su trayectoria social y política, las organizaciones populares detrás de su proyecto, frente a una candidatura como la de Arauz cuyo peso propio, personalidad, identidad, fuerza, está tan atada a la figura de su líder. Arauz activa nuevamente el corte correísmo / anticorreísmo. El declive de la derecha, de un lado; y el ascenso de Pachakutik y la Izquierda Democrática, de otro, muestran la búsqueda de una izquierda progresista y democrática por fuera del ya conocido y desgastado populismo de izquierda. (O)