Nunca he estado en Alaska, de adolescente me fascinaba la serie Northern Exposure sobre un médico neoyorquino obligado a ejercer en un remoto pueblo en Alaska, desde entonces esta se encuentra en mi lista de sitios que visitar. En este tsunami perfectamente justificado de demandas judiciales medioambientales contra Estados y compañías por parte de adolescentes organizados destaca la de Alaska en un intento por atajar millones de toneladas de polución ambiental al depender su futuro de una rápida transición desde combustibles fósiles a energías limpias. Las fuentes medioambientales son parte del bien público común y el estado de Alaska está obligado constitucionalmente a preservarlos. Es momento de parar la locura ambiental que ha puesto al único mundo que conocemos al borde del abismo. (O)

Luis Peraza Parga, San Diego, California, EE. UU.