A cara de las elecciones como resultado de la muerte cruzada decretada por el presidente Lasso, con la cual se disolvió la Asamblea Nacional y se convoca a elecciones presidenciales y de asambleístas, la ciudadanía debe estar consciente de que su voto marcará la diferencia.

Desafortunadamente el factor tiempo no favorece a los electores. Otro aspecto importante que amerita un análisis más concienzudo del elector es el voto de confianza depositado en los candidatos. Depurar el Poder Legislativo podría muy bien ser la oportunidad. Lo ideal sería convocar a los comicios a mentes lúcidas, ávidas y dispuestas a trabajar en beneficio de las provincias que representan y del país en general. El problema radica en que el actual engranaje político no garantiza el total cumplimiento y ejercicio de la Función Legislativa. Esto, debido a la existencia de serios vacíos constitucionales. Además, apuntar a una total depuración implicaría negar la participación de los actuales actores políticos, algo que debido a la falta de vocación política y participación de la ciudadanía es imposible lograr. La postura del votante sería primeramente reconocer que en la mayoría de los países considerados “en vías de desarrollo” la toma de decisión por parte de los electores al depositar su voto es guiada por sus propias agendas y necesidades, mas no pensando en el bienestar del país, y simplemente da el voto a quien más promete; ese es un error que debe ser corregido.

Antes de votar, debemos conocer a los candidatos, averiguar sus vidas, patrimonios privados, afiliaciones políticas, récord de servicios y logros en el sector público y privado, y es importante conocer su grado se compromiso con el elector, mas no con su bancada política. (O)

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Pedro Rodney Lozada Bravo, Nueva York, EE. UU.