Uno de los temas no resueltos en Guayaquil es el del tránsito, por sus calles estrechas con exceso de buses, situación tan caótica que basta un simple tubo bajo, un roce de vehículos y se forman embotellamientos; y no estoy mencionando la congestión en las ‘horas picos’ que también forma caos y en calles más anchas. Las observaciones son numerosas:

Irrespeto a las señales de tránsito, semáforos mal sincronizados, ausencia de discos pare, taxis formales e informales se amontonan en doble columna en cualquier calle con tal de coger o dejar pasajeros; nadie controla las tricimotos, los vehículos sin placas, no regularizados y pueden servir para realizar robos; motos eléctricas circulan en las veredas o lentamente por las calles con conductores sin licencia ni casco; semáforos en algunos lugares escasean y en otros hay en exceso; vendedores paralizan el tránsito de vehículos, o son asaltantes o secuestradores; personas lavacarros y mecánicos trabajan en la vía pública; peatones se cruzan por zonas no autorizadas; invasión de los carriles exclusivos de la Metrovía; conductores de colectivos y taxis cogen y dejan pasajeros haciéndose de la vista gorda para no tomar pasajeros adultos mayores; choferes abusan del toque de pitos de los vehículos.

La ATM (Agencia de Tránsito y Movilidad) debe poner más atención a la circulación de las motos con dos personas, pues el 60 % de los asaltos, asesinatos, se realizan usando motos. La nueva ley dispone que solo una persona puede circular en una moto. El riesgo en el tránsito no solo obedece a la escasez de señalización, inadecuada planificación vial en Guayaquil, sino a la imprudencia, mala educación vial, desconocimiento de leyes en peatones y conductores, mala dirección del tránsito de ciertos miembros de la ATM, en avenidas como Perimetral, 25 de Julio, Orellana... (O)

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Robespierre Rivas Ronquillo, periodista, Guayaquil