Hace unos días atrás leí en uno de los diarios del país que se hacía un análisis entre la clase política con los deportistas mundialistas, pues los primeros, sin mucho esfuerzo llegan al poder para apantallar y lucrarse, mientras que los segundos con obstáculos, dificultades y carencias, logran dejar en alto el nombre del país, gracias a su esfuerzo y tenacidad.
Apoyándome en esta observación, puedo expresar que no es el único sector excluido de atención, hay muchos. A manera de ejemplos puedo mencionar: policías, docentes y periodistas.
Los policías se ven expuestos a múltiples peligros, hacen su trabajo con ahínco y en unas horas ver que su tiempo y su esfuerzo fue en vano.
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Los docentes se encuentran recargados de trabajos, realizando múltiples labores, cumpliendo contingencias y soportando imposiciones absurdas, para obtener como resultados conductas disruptivas, desidias, incumplimientos y afectación en su salud física y mental.
Mientras que los periodistas son víctimas de tantos vejámenes, descréditos y ataques por su labor informativa. Igual que los ejemplos mencionados hay muchas personas en diferentes campos que han quedado a la deriva de una atención pertinente.
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No obstante, vemos que 17 partidos y movimientos políticos buscan llegar al poder u obtener algún puesto, esta proliferación de candidatos refleja la desunión, el egoísmo y la discordia de estas personas que no buscan el bien común, sino el beneficio personal a través de sosas y absurdas campañas, tomando como su estandarte a los pobres y oprimidos. A ellos se le destinan numerosos miembros policiales para su seguridad, mientras que el ciudadano común, el que más aporta con su labor, está siempre desprotegido.
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Esta es la realidad en el país de Manuelito, quienes deberían ser amparados por los gobernantes, están sujetos a tropelías y abandono, en cambio, a aquellos que han hecho tanto mal o han mostrado indiferencias para el pueblo se los siguen premiando. (O)
Mariana Mendoza Orellana, economista, Guayaquil
