Como sabemos, educar es sacar desde dentro de cada persona lo mejor, en este sentido, de dentro del ser humano brotan anhelos de lo más noble, bueno, verdadero y bello; de ahí que cuando alguien logra alcanzar sus objetivos planteados decimos que ha tenido éxito, es precisamente porque pudo salir de sí mismo y dar lo mejor en el servicio que presta a la sociedad.

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Pero aun así faltaría un elemento del que no podemos prescindir y es la trascendencia, ya que también llevamos en nuestro interior un anhelo que trasciende el tiempo y el espacio, anhelo de infinito que nada de lo finito lo sacia, quizás por eso buscamos llenarlo con mil cosas, inútilmente, por lo cual no debemos cortar las alas, sino orientar el vuelo hacia las alturas, aquello se puede traducir en legado o dejar una huella que otros transiten. Dicho esto debemos educar con los pies en la tierra, pero con la mirada en el cielo, porque en el fondo todos anhelamos una patria eterna en la que la humanidad entera entrará en su descanso. (O)

Cristhiam Carpio Castro, magíster en gerencia y liderazgo educacional, Daule