Creo que Sócrates hizo dos declaraciones que despertaron al mundo de su ignorancia, cuando frente al templo de Delfos leyó un epígrafe que decía “conócete a ti mismo”, por lo que él exclamó “solo sé que nada sé”, tras esto fue declarado el más sabio de su época y como tal fue condenado a la cicuta por los mandamases de la manada.
El ser humano, también llamado ‘animal racional’, fue dotado de un instrumento casi mágico llamado cerebro que con apenas kilo y medio de peso que cuenta con millones de neuronas ha tenido que irse abriendo campo desde las cavernas hacia la civilización. Desde el homo brutus hasta el homo sapiens ha sido un camino duro y escabroso donde ha tenido que descubrir todo lo que ya estaba hecho: el fuego, el aire, el agua, la tierra, el sol, la luna, las estrellas, y tuvo que adaptar órganos para aprender a hablar, inventar los números a través de la observación de sus dedos, del uno al diez y de ahí hasta el infinito.
Y aquí estamos, aún tratando de conocernos, cuando aún desconocemos la mayoría de cosas de afuera...
Se inventó el do, re mí, fa, sol, la, si, para crear las más bellas melodías; e inventó el amor a través de la observación de la belleza de su compañera de vida y de toda la belleza del universo. Al ver esto ¿quién no se conmovería teniendo inteligencia ante la inconmensurable belleza de una rosa o un girasol?, y de ahí se hizo poeta y se inventó los versos y la poesía. Y aquí estamos, aún tratando de conocernos, cuando aún desconocemos la mayoría de cosas de afuera como las estrellas, agujeros negros, acelerador de protones y eso que aún no hemos hecho el viaje al hasta ahora inexplorado mundo interior donde vive el silencio, única voz con la cual nos podemos comunicar con Dios.
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Nuestro viaje es interminable, venimos de la energía infinita y a ella algún día volveremos. La vida es un asombro y hay que hacer de la dicha algo más asombroso que el dolor. (O)
Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro
