“No vayas a Gaza”, me dijeron, “es peligroso llegar hasta allá” y no lo hice. Fui prudente de no exponer mi vida más de lo que ya la había expuesto cuando como acompañante ecuménico estuve con otros voluntarios internacionalistas monitoreando el conflicto humanitario entre Palestina e Israel.

Gaza ahora es un cementerio abierto no solo de muertos, sino de gente sobreviviente, que deambulan tambaleándose con un destino incierto, inseguro, sin saber en qué momento murió su existencia. A lo mejor sí lo saben, pero de nada les sirve quejarse como un grito desesperado, herido, de agonía, que se confunde por los bombardeos indiscriminados, que el ejército israelí ahora mismo lo está haciendo como reacción de la atroz masacre cometida por Hamás, el sábado 7 de octubre de 2023.

Los muertos en Gaza rozan ya los 33.800 tras bombardeos israelíes de las últimas 24 horas

Todo esto ha provocado una grave catástrofe humanitaria. Según organizaciones humanitarias, millones de personas aproximadamente han tenido que abandonar sus hogares. Los ciudadanos de Gaza carecen de medicina, agua y comida. La mayoría de las víctimas son niños y mujeres. Familias separadas, destruidas, abandonadas.

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Gaza está lleno de huérfanos perdidos en su orfandad de que alguien les ayude, porque aquellos que dicen defenderlos los han llevado por su odio al exterminio de su propia gente.

¡¿Qué han hecho para merecer esta trágica tragedia?! Si los gazatíes no son malos. Sin embargo, son sus líderes de formol los perversos, los culpables directos de su aniquilamiento, que han hecho que Gaza viva un infierno.

Entran camiones de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza para aliviar al territorio palestino bajo asedio israelí

Gaza ya no es la misma. Si antes sobrevivía, ahora está masacrada hasta su sombra. El mundo sabe de ti, Gaza, de tu dolor y desesperación, de la muerte de tu gente.

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En Gaza la tierra se desgaja con violencia que se desangra hasta por las piedras. Y hasta por las sombras que horrorizadas miran tambalearse a la vida que no es vida, de esa vida que es muerte, pura muerte y más muerte.

Los que pueden salvar su vida lo hacen apresurados y desesperados, algunos a lo mejor nunca regresarán a su amada Gaza, a su entrañable Palestina. Y otra tierra desconocida por ellos los acogerá, tal como ocurrió en el pasado. ¿Qué más le queda? Es preferible huir a tiempo, a morir por los bombardeos de los soldados israelíes. Es preferible escapar, que seguir perdiendo la libertad, porque eso de vivir amurallados definitivamente no es vida.

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Nueva ofensiva israelí en la Franja de Gaza en medio de tensión con Irán

Mientras Gaza se desangra, en Cisjordania los asentamientos ilegales de los colonos sionistas, siguen ocurriendo, quienes despojan violentamente de la tierra a los palestinos, y lo hacen protegidos por el ejército de Israel, que los apoyan en su proyecto expansionista y colonialista.

Vale destacar que no todos los judíos son sionistas. El judaísmo es muy diferente al sionismo. El sionismo es muy diferente al judaísmo.

Gaza ya no será la misma. La humanidad ya no es la misma, está horrorizada y traumatizada por la irracionalidad del extremismo sangriento.

Hamás pidió perdón a la población palestina por la guerra en la Franja de Gaza

La humanidad debe exigir que se entreguen a todos los secuestrados porque fueron arrancados de su tierra a la fuerza y algunos incluso han muerto. Además, la humanidad debe exigir también el cese al fuego inmediato al Gobierno de Israel para que permita que la ayuda humanitaria internacional llegue a los gazatíes, quienes son las principales víctimas.

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Nuestros corazones están con la vida, con la paz y no a favor de la violencia y del terror vengan de donde provengan. (O)

Diego Alejandro Gallegos Rojas, abogado, Loja