Siempre hay un momento necesario para reducir el tamaño del Estado y ese momento es ahora. Para esto es necesario recordar como un gobernante anterior infló la burocracia; haciéndola ineficiente, demorona, coimada y negociada.
Si hay aumento de trabajadores públicos y hay estancamiento en los trabajadores privados esa es la alarma, ya que no augura que el empleo adecuado aumente y con ello no se produzca más PIB per cápita. A esto se le tiene que sumar la “voluntad” del gobernante de turno para realizar ese cambio drástico, porque en vez de apuntar mediante spots publicitarios lo que no sirve, apunta al ciudadano metiendo impuestos nuevos o aumentando los vigentes, yéndose en contra de lo que propuso en campaña. Por otro lado, para hacer más imposible las promesas de campaña por la que el gobernante fue escogido, dentro de las entidades públicas contratan como directores a funcionarios “reciclados”, y estos ponen a más “colegas” en el equipo de trabajo, listos para más “acuerdos entre privados”, mismos funcionarios que los ciudadanos han demostrado en redes sociales tienen un pasado político muchas veces nefasto.
Unos factores más de esa falta de “voluntad” del gobernante de turno, es el miedo a no ser contundente, ni responder a esos servidores públicos despedidos en protesta. Ahora que suenan los casos Metástasis y Purga, las personas honradas no quieren ser funcionarios públicos, hasta que hayan “sacado el tumor” de verdad. (O)
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Iván Enríquez F., ingeniero en comercio, Guayaquil