Cabe destacar en esta ocasión una frase que me dijo una mujer sabia en educación y que ya está jubilada, cuando una vez más apliqué para un trabajo y me negaron la oportunidad de trabajar en lo que más amo. Ella me dijo: “Nuestro país no está preparado para las personas especiales como tú, una persona neurodivergente”.

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Esta nueva decepción me motivó a escribir este artículo en apoyo a todos los que no tienen voz en esta sociedad y son iguales a mí; todos los autistas, aspergers, síndrome de Down, TDH, en fin, todos los de pensamiento o catalogados personas neurodivergentes. También para todos aquellos que de igual forma son discriminados en un proceso de selección para un puesto de trabajo por ser diferentes en cierto modo, tales como las personas homosexuales, de distintas razas e incluso por su sexo.

El proceso de selección comienza con una prueba que demuestra que se tiene conocimientos para el puesto al que se está aplicando, el manejo de una clase y ser del agrado de los directivos. Luego de pasar por varios procesos de selección, siempre cuando se desarrolla una prueba psicológica como la TEA (Trastornos del Espectro Autismo) u otra prueba para ver habilidades espaciales, lógicas numéricas, éticas y más; cancelan todo lo bueno demostrado anteriormente y catalogan a la persona como locas o raras y de muchas otras formas, negándoles la oportunidad de desarrollar las habilidades adquiridas e innatas de nacimiento, truncando en estas personas planes e ideales de vida personal y profesional.

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Diario EL UNIVERSO, comprometido con la inclusión de sus lectores

Debido a que las personas neurodivergentes somos inteligentes y creativas como el gran famoso Albert Einstein y muchos otros más, deseo que la sociedad abra la mente y nos permitan desarrollarnos profesionalmente a las personas neurodivergentes, comprendiendo lo que somos y nos acepten tal y como somos, también deben comprender que sí podemos realizar cualquier tarea, con paciencia.

Pido a las autoridades que en vez de borrar de un plumazo leyes que apoyen nuestros derechos, los fortalezcan para que no se nos niegue la oportunidad como lo hicieron conmigo y probablemente a muchos más en estos últimos días y años. Si nos niegan el derecho a trabajar y a expresar nuestro amor por la profesión que estudiamos, matan las ilusiones de nuestro buen vivir.

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Basta ya de complot hacia nosotros en escuelas, trabajos y transporte público, donde deberían también ver y no permitir el uso de las radios a todo volumen que aturden a personas con autismo.

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Pido encarecidamente al señor presidente del Ecuador; a la señora ministra de Educación; y a la señora ministra de Inclusión, que por favor nos ayuden y fortalezcan nuestros derechos, creen una línea de apoyo y ayuda, de esta forma podremos al fin gozar de un trabajo digno. (O)

Joaquim Alfredo Barragán Rovira, docente, Guayaquil