Al presidente de la República, igual que a mandatarios anteriores, le ha restado credibilidad colectiva haberse rodeado de colaboradores más por cuotas políticas que por sus méritos, lo cual es evidente porque no ha habido conciencia de servicio social. De allí se derivan los males intrínsecamente adaptados a los conflictos de clases, como lo que venimos padeciendo los jubilados por la falta de medicinas y de atención médica oportuna.

Este triste designio a los pobres y perversa marginación de clases, parece que no basta para desnaturalizar nuestros derechos. Se agrega el trato despótico de ciertos médicos burócratas. Asistí al IESS a una cita con un gastroenterólogo en Jipijapa, a quien dije mi preocupación por mi trastorno digestivo de algunos meses, en vista de mis antecedentes de pólipos y nódulos. Su ‘excelente’ respuesta fue que no debo preocuparme de la posibilidad de un cáncer estomacal, porque primero he de morir por mi edad. Por su muy ‘alentador’ criterio, no merecí ninguna investigación y ni siquiera una obvia segunda cita. (O)

Marcos Mendoza Mero, abogado, Manta