La sociedad ecuatoriana se encuentra en un cruce de caminos. Las diversas crisis han puesto de manifiesto la fragilidad de nuestras estructuras sociales y la importancia de valores como la solidaridad, el respeto y la empatía. En este contexto, la Mesa Nacional de Educación en Valores emergió como un faro de esperanza, guiando y buscando el camino hacia una sociedad más justa y equitativa.

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¿Por qué los valores? Más allá de las habilidades técnicas y el conocimiento académico, los valores moldean nuestro carácter y guían nuestras acciones. Una persona con sólidos valores éticos es capaz de tomar decisiones responsables, construir relaciones saludables y contribuir al bienestar común. La educación en valores no es un lujo, sino una necesidad imperiosa para formar ciudadanos críticos, comprometidos y capaces de enfrentar los desafíos del siglo XXI.

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La Mesa Nacional de Educación en Valores desde el 2019 ha venido emprendiendo una loable tarea voluntaria de rescatar los valores fundamentales y promover apoyando a las autoridades de educación en la integración en el currículo escolar de la cívica. Sin embargo, ¿es suficiente? Si bien los esfuerzos de la Mesa son encomiables, es necesario reconocer que la educación en valores es un proceso complejo que requiere un compromiso a largo plazo y la participación de todos los actores sociales. La escuela, el colegio, la familia, los medios de comunicación y la comunidad en general tienen un papel fundamental en la formación de los jóvenes.

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Uno de los mayores desafíos que enfrenta la educación en valores es la fragmentación del sistema educativo, la escasez de recursos y la diversidad cultural dificultan la implementación de programas coherentes y efectivos. Además, la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales plantean nuevos retos, ya que los jóvenes están expuestos a una gran cantidad de información y mensajes que pueden entrar en conflicto con los valores que se promueven en los centros de educación.

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A pesar de estos obstáculos existen numerosas oportunidades para fortalecer la educación en valores. La tecnología, por ejemplo, puede ser una aliada poderosa, facilitando el acceso a recursos educativos y fomentando la colaboración entre estudiantes de diferentes partes del mundo. Asimismo, la participación de las comunidades indígenas y afroecuatorianas puede enriquecer el currículo y promover el respeto por la diversidad cultural.

Sin lugar a duda, la educación en valores es un sueño que puede convertirse en realidad si trabajamos juntos. La Mesa Nacional de Educación en Valores ha dado un paso importante en esta dirección. Ojalá que muchos puedan seguir sumándose. (O)

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Charo Vergara Ronquillo, comunicadora y docente universitaria, Guayaquil