La historia nos dice que en muchas regiones se instauraron Gobiernos despóticos, absolutistas, dictatoriales, asesinos, con el único objetivo de implementar una visión de imperio, de país, eliminando físicamente a todo aquel que presentara oposición. En el siglo XX hemos tenido varios: los más conocidos son el régimen soviético, el régimen fascista alemán, el régimen maoísta. Faltaría espacio para nombrar, peor detallar, sus atrocidades; algunas: el holodomor, los gulags, Katyn, programa T4, campos de exterminio, la noche de cuchillos largos, la noche de los cristales rotos, el gran salto adelante, la revolución cultural...

Ahora, las sociedades están expuestas a nuevos sistemas de gobierno donde no existe visión de país, sino una visión de enriquecimiento personal, que se busca sea inmediato y voluminoso. Eso solo se consigue de dos maneras: con petróleo o drogas. Desgraciadamente, el segundo ha tomado preponderancia.

Francisco Huerta Montalvo, expolítico, exministro, guayaquileño, fallecido, lo advirtió en el 2009: Ecuador corre peligro de convertirse en una narcodemocracia. Nadie le hizo caso, porque corría demasiado dinero, (https://www.eluniverso.com/2009/10/23/1/1355/huerta-pais-vive-narcodemocracia.html/); (https://www.eluniverso.com/noticias/politica/francisco-huerta-no-lo-puedo-probar-pero-los-hechos-estan-demostrando-que-aqui-el-narcotrafico-penetro-con-bendicion-oficial-nota/).

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Ahora, estamos acorralados en medio de pugnas de ‘poder’ que ya no se van a terminar con lograr una aparente connivencia entre el poder político y las mafias, sencillamente porque estas últimas querrán cada vez más. En otras palabras, como en los regímenes nombrados, nos dirigimos a vivir en un Estado de opresión. La democracia garantista y blandengue que tenemos será nuestra perdición. (O)

David Ricaurte Vélez, ingeniero mecánico, Daule