Como buena ecuatoriana defenderé siempre hasta la saciedad y lucharé, a brazo partido, contra las injusticias y arbitrios que se cometen a diario y a todo nivel, especialmente en países que, como el nuestro, se amparan bajo la sombra de la impunidad y el anonimato, pues, como sabemos, la justicia no cumple los objetivos para los que fue creada, convirtiéndose fácilmente en cómplice de aquellos que, de una u otra forma, infringen las leyes.

Privación de libertad

Entonces, la pregunta que los honestos nos hacemos es: ¿y ahora quién podrá defendernos?, porque increíble y lamentablemente “en donde pones el dedo salta la pus”.

Aunque mis quejas y reclamos, algunas veces, llegan a ser repetitivos, lo hago con el afán y la esperanza de que los aludidos tomen conciencia y que en algún momento sean escuchados y quiméricamente solucionados.

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¿Será mucho pedir…?

En esta ocasión me referiré a nuestros honorables legisladores, pues, de lo que sabemos, no legislan a favor del pueblo que los eligió, sino única y exclusivamente en su propio beneficio y en busca de la impunidad para aquellos que, alevosa, fraudulenta y descaradamente transgredieron las leyes.

Instamos, entonces, a que nuestro joven presidente tome cartas en el asunto, se faje bien los pantalones y opte por la mejor solución respecto al tema, tomando en consideración que, en la actualidad, cuenta con el respaldo mayoritario del pueblo, cansado ya de tanta barbarie, injusticia e incompetencia, y que, por ende, anhela un mejor porvenir para la patria. (O)

Fabiola Carrera Alemán, escritora, Quito