La inspiración es algo que buscas y que encuentras. Miguel Ángel se inspiró en David y lo descubrió en el mármol. Gabriel García Márquez se inspiró en la soledad e imaginó que fueron 100 años. Dios inspiró a los hombres para que, los que quieran, lo sigan.
La inspiración nace de la mente y se introduce en el alma; es ese minuto especial que nos invita a explorar esa inmensa energía interior que ocupa el 99 % de nuestro ser. En el alma, espíritu, energía o como lo quieran llamar, ahí está la esencia de nuestro ser y es lo único eterno e infinito. Lao Tse en el Tao Te Ching en el verso 25 dice que antes que el universo naciera ya existía algo perfecto e informe; era sereno, vacío, solitario, inmutable, infinito; era la madre del universo y, a falta de un nombre, él lo llamó ‘Tao’, lo llamó grande e ilimitado, porque fluye eternamente y permanentemente retornando; al final dice que hay que comprender cómo es la tierra para conocer la humanidad, para conocer la tierra comprender cómo es el cielo, para conocer el cielo comprender cómo es el camino, para conocer el camino, comprender tu interior.
El éxito o el fracaso son nuestros
Todos los libros de los verdaderamente sabios, todos nos invitan a explorar ese universo interior, ese 99 % de nuestro yo, lo tenemos tan cerca y no nos atrevemos a explorarlo, cuando en él estuvo y está nuestro principio y estará nuestro infinito fin. Y esa egolatría nos tiene envueltos en un caos, el 1 % perecedero domina el mundo, cuando sabemos que no nos vamos a llevar nada al más allá. El filósofo Patañjali dice que cuando consigues el apoyo del espíritu a través de la inspiración se puede aplicar el principio zen de que cuando el discípulo está inspirado aparece el maestro; Goethe es más explícito y dice que el hombre no ha venido a este mundo para resolver los problemas del universo, sino para descubrir su propósito. El universo tiene su propia conciencia y sabe qué hacer. (O)
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Hugo Alexander Cajas Salvatierra, médico y comunicador social, Milagro
