El asesinato de María Belén Bernal perpetrado dentro de la Escuela de la Policía Nacional supuestamente por parte de su esposo, el oficial Germán Cáceres, ocasionó que el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, declare que había que destruir el edificio donde se produjo el delito, para volver a construir un edificio con “identidad de género”. Esperamos haya sido un lapsus, por su evidente falta de formación sobre el tema.

Además, no sorprende que ella fue una víctima más de un mundo ideologizado en el que vivimos, donde el tema sexualidad, se está presentando como elemento determinante para la toma de decisiones en cualquier ámbito.

Los edificios no tienen identidad de género, ni siquiera tienen sexo. Expresarse de esa manera es simplemente absurdo. Otra cosa es que se deban adecuar baños y facilidades para que las mujeres cadetes a policía tengan facilidades y que se adopte infraestructura por separado para que tanto varones como mujeres puedan, independientemente, acceder con viabilidad a sus necesidades básicas de higiene. De igual forma, sería el acondicionar bloques de habitaciones solo para mujeres, para evitar contacto con varones, o adoptar medidas para el ingreso de discapacitados o niños. Por lo demás, la estructura de un edificio es igual para todo ser humano. No puede ser distinguido por una supuesta identidad de género. A menos que el presidente quiera llamarlo equivocadamente como “la” edificio, acogiéndose al incorrecto lenguaje inclusivo. Usar el término de identidad de género no tiene nada de científico. Las y los policías no tienen género, tienen identidad sexual determinada en su anatomía, fisiología o psicología, sean masculinos o femeninos. La institución policial comúnmente ha estado constituida por hombres debido a la necesidad de contar con fuerza corporal para realizar su deber al proteger a la ciudadanía. Debido a ello, los cuarteles o escuelas de policía se adecuaban para recibir hombres, mas no a mujeres. Pero ahora, bajo el paraguas de la “equidad”, deben ajustarse las condiciones para cumplir con las cuotas exigidas por la corrección política. Se respalda la igualdad de resultados en vez de buscar la igualdad de oportunidades. Ya no es aceptada la meritocracia sino la dedocracia. Lo único que logra el presidente Lasso es confundir más a la ciudadanía debido al mal uso de su lenguaje. No debió expresarse de esa manera. Demostró falta de formación sobre el tema. Si se habla de identidad, debe ser únicamente sobre la identidad sexual diferenciada entre un varón y una mujer, mas no referirse sobre un inmueble incorrectamente como identidad de género, ya que este no tiene fundamento científico. (O)

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Ricardo Valero Macías, abogado, Guayaquil