¿Quién no ha visto esta emocionante película protagonizada por Keanu Reeves y Sandra Bullock de 1994? Yo al menos la habré visto unas cuatro o cinco veces, y siempre la disfruto como la primera vez. Eso de que el famoso bus, una vez que haya llegado a la velocidad de 80 kilómetros por hora no podía volver a bajarla, a riesgo de que explotara una bomba... fue una cosa de locos. Nos mantuvo con el corazón en la garganta a todos los espectadores, aún más a los que la vimos en el cine, en pantalla gigante.

Los errores del hombre

Pues así es nuestra vida ahora. Llegas a cierta edad y te subes ya no en un “bus”, sino en un “tren rápido”, y nunca más puedes bajar la velocidad hasta que, en el mejor de los casos, te jubilas. Ya no vuelves a tener tiempo para nada. Ni siquiera para contactarte con tus seres queridos. Y eso que ahora es más fácil con tantas endemoniadas redes sociales. Sí, esas mismas redes donde pasas todo el día haciendo comentarios y bailecitos adefesiosos para llamar la atención y mendigar unos likes, como si eso aportara realmente a hacer del mundo un lugar mejor. ¿Cuándo habrá sido la última vez que le contestaste ese mensajito de WhatsApp a esa persona que no está entre los primeros en la lista?, ¿o en tus prioridades? Y como prioridades pudieran ser un amigo, un familiar, o los que te llaman a pedir favores.

Muchacho humilde

Otra cosa que no te puede hacer reducir la velocidad es cuando parte de tu familia o amistades viven en extremos de “distancias irreconciliables”: unos vía a la costa y otros vía a Samborondón, se necesita tener verdadero tiempo libre para visitarlos, como antes. Olvídate por esta máxima velocidad en la que te encuentras, no te van a dar ningún óscar cinematográfico o reconocimiento alguno, porque a diferencia de la película, tu historia podría terminar en un geriátrico.

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Se necesita inteligencia para usar la IA

Procura bajar las revoluciones, confiando en que algún poder de lo alto te ayudará a llegar a tu destino sin que nadie salga lastimado. Deja a un lado las bobadas y concéntrate en lo trascendental. Pasa más tiempo con las personas que más amas, no antepongas tu trabajo a tus hijos o familia y aprende a combinarlos sabiamente para equilibrar tu vida.

En definitiva, la película Máxima velocidad fue ciencia ficción, pero tu vida y los que te rodean son de carne, huesos y sentimientos. No los lastimes. (O)

Roberto Montalván Morla, músico, Guayaquil