Un pensador refiere que “la codicia es el principio de muchos males”. Esta frase coincide con la ambición de vender más productos farmacéuticos y la aceptación mercantil de los medios informativos de ofrecer remedios, igual para pintarse las uñas o el cabello, que fármacos para aliviar síntomas y tratar enfermedades. Se menciona gastritis, colitis, bronquitis, diabetes, hipertensión arterial, hemorroides, artritis, cataratas, obesidad, cicatrices, etcétera, con la venta de sustancias populares que muchas veces carecen de registro sanitario. Pronto se ofrecerán fórmulas para afecciones serias como tiroiditis, encefalitis, pancreatitis, endometritis, trombosis, aneurismas o cáncer a cualquier nivel del organismo. Un mercado similar a la venta de jabones, tinturas, refrescos, pastas dentales, etc.

Estos son los primeros síntomas de alerta que podrían indicar que tienes diabetes sin saberlo

Lo expuesto demuestra la subestima de la consulta tradicional al médico internista, al urólogo, ginecólogo o ortopedista, quienes no han abandonado el examen, diagnóstico y tratamiento correspondiente, tal como se recomendó en su juramento hipocrático. La pregunta oportuna es para qué sirvieron las investigaciones, los experimentos y la aprobación del remedio investigado en instituciones, antes de ser expuestos al mercado. Además, pasaron siglos para que la medicina y la tecnología médica reduzcan la mortalidad infantil y alarguen la expectativa de vida a nivel mundial. Sería un retroceso volver a la medicina artesanal que recomienda la malhadada información comercial, con el riesgo de que ese dolor de cabeza corresponde a un aneurisma cerebral, o el dolor abdominal a una pancreatitis, o un dolor pélvico a un embarazo ectópico, o un dolor de pecho a un infarto cardiaco. Por último se incursiona en tratamientos de fisioterapia, hipoacusia y de células madres.

¿Cómo bajar los triglicéridos y el ácido úrico? Estos son los cinco consejos para reducirlos

La propaganda de productos por televisión ha dado lugar a la automedicación de quien acude a una farmacia donde existe la venta de productos delicados de tratamientos diferentes en niños, adultos y ancianos. No hay control de venta de marca ni fecha de expiración para el público, venta que puede ser simplemente un engaño o un delito, además de una agresión a la medicina tradicional. Mientras no se controle la venta comercial de productos médicos a través de los medios de comunicación, como también la venta de fármacos sin receta médica, permanecerá el peligro de cometer errores que pueden ser mortales. (O)

Publicidad

Guillermo W. Álvarez, médico, Cumbayá