El alcalde de Guayaquil, Aquiles Alvarez, tiene mucho entusiasmo y mucho trabajo que hacer debido a la indisciplina, el irrespeto a la ciudad y a las leyes; por gentes que en la mayoría no son guayaquileñas, algunas ni ecuatorianas, con el pretexto viejo “que tienen derecho a trabajar”, abusan, patean las ordenanzas, a la ciudad, convirtiendo a la Perla del Pacífico en una tierra fea de nadie.

Deseamos que con su juventud, amor a Guayaquil y decisión de mano dura de autoridad, el alcalde ponga orden, cambie lo malo, feo, dé buena y bonita imagen a la ciudad.

Políticos anteriores para ganar simpatizantes legalizaron tierras de invasiones; a invasores les dieron papeles, les pavimentaron calles, les pusieron servicios básicos, construyeron casas; llegaron más invasores.

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A chamberos les llamaron ‘recicladores’, les dejaron romper las fundas de la basura, voltear los tachos; las veredas, calles, son hoy en día muladar con ratas; muchos de los llamados ‘chamberos’ (existen excepciones) son delincuentes, cogen cartones, plásticos, para vender en recicladoras; el dinero que les pagan es para comprar, consumir drogas.

A los bravos que se cogen las calles, dizque cuidadores de carros, no permiten parquear un carro si no les pagan de dos dólares para arriba, dales un dólar con veinticinco centavos a ver que te reclaman duro; ningún alcalde los paró. La persona que maneja tiene que salir con suelto para pagar a todos los ‘dueños de las calles’, dado que es prohibido estacionar gratis un carro en las vías públicas de dichos ‘dueños’ si no lo autorizan ellos.

A los carretilleros, los dueños de fogones, dueños de baldes, cajones y canastas instalados en veredas, vías peatonales, calles, los dejaron vender empanadas, arroz con carne, tripas fritas, arepas, buñuelos, maduros, jugos, salchichas con papas, etc., “porque tienen derecho a trabajar” y destruir el orden, aseo, normas, de la metrópoli que está abusada y sucia.

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Los que se llaman osados “médicos de bancos”, sobadores, que con ciertos ungüentos cobran por masajes en las calles, en bancos, a enfermos, personas con esguinces, huesos rotos, calambres, dolores, que se sacan las camisas, bajan los pantalones, los brasieres, con objeto de que el sobador les haga masajes, ‘cure’. Utilizan veredas, calles, parques de la ciudad, de ‘consultorios’.

A los malabaristas con bates, antorchas con fuego, machetes, sables; a los circos, los bailarines, a los disfrazados, de la cuerda floja...; de espectáculos peligrosos donde hay semáforos y carros con conductores y pasajeros, les consintieron los shows.

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Dichos políticos que permitieron esto, cuando los entrevistaban los medios se la sacaban a decir que “iban a regular a chamberos, cuidadores de carros, informales, etc.”. ¿Es decir que cientos que vienen a Guayaquil a hacer lo que les da la gana ‘porque no tienen trabajo’, hay que permitirlo y los van a regularizar a todos para que la ciudad sea la feria de pueblo más grande, sucia, fea, más insegura, desordenada? (O)

Rosario J. de Esteves, Guayaquil