Tanto para prevenir y evitar lo indeseable, como para promover y conseguir lo deseable, necesitamos acertar el diagnóstico de los problemas y hacernos cargo de las causas eficientes subyacentes.
La noción de accidente involucra un componente fortuito que califica sus causas declarándolas como fuera de nuestro control. Su apresurada elección comunicacional por parte de los medios y autoridades induce (o se puede intentar de pretenderlo) una resignación en la audiencia ante cosas que pasan como ‘causa mayor’, sin responsables. Las aseguradoras, a las que sí les toca pagar de verdad, y el ordenamiento jurídico usan el concepto preciso de “siniestro” y requieren un “peritaje forense”, pues entienden que hay reglas y medidas dispuestas para hacernos cargo de lo predecible, prevenible u oponible; ya que nada ocurre por sí solo. El eventual accidente se califica como tal con posterioridad al análisis de los hechos y responsabilidades. No es accidental el vernos diariamente lamentando tragedias humanas tales como siniestros sanitarios (contagios masivos, intoxicaciones), viales (colisiones vehiculares), aéreos (capotajes), medioambientales (derrames) o naturales (desastres). Para hacernos cargo como sociedad, necesitamos precisar, normar, prevenir, comunicar y perseguir. Termina resultando siniestro el desmerecerlos a priori como meros “accidentes”. (O)
Luis León Cárdenas Graide, ingeniero civil en Computación, Chile