Son tiempos de los Juegos Olímpicos en París en los ojos del mundo y en el ojo del huracán. Son tiempos de Roro (influencer española), que genera debate en un mundo donde todo es debatible, donde todos somos jueces a veces. Son tiempos de eventos deportivos europeos, y del feliz y aplaudido retorno de Amaya Montero. Acá en América Latina la mirada y atención está en Venezuela. Y la expectativa es grande en Ecuador, recordando la hazaña de Jefferson Pérez y celebrando a nuestro fenomenal Richard Carapaz en el Tour de Francia y la duda de por qué no fue a París.

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Se ve en sus tiktoks que Roro cocina delicioso, que Pablo (su pareja) es feliz con ella; mientras unos “critican” y otros la alaban, ella suma seguidores y dinero. Los Juegos Olímpicos son polémicos desde antes de que Rafael Nadal paseara con la antorcha encendida, lo cual me pareció majestuoso, así como la actuación de Celine Dion, admirable, digna de ser aplaudida con el alma y con lágrimas. Ella es una mujer de hierro.

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Las redes sociales nos llevan de aquí para allá como el viento a una hoja seca. Las noticias corren de celular en celular, más veloces que el jamaiquino cuyo nombre no me acuerdo y a esta hora no sé si ya alguien lo superó en velocidad. Mientras el mundo vuela, hay quienes pretendemos seguir con los pies en la tierra y, si bien no queremos quedarnos atrás, vamos a nuestro propio ritmo. Me encuentro entre el grupo de personas que estaban cómodas en Facebook pero que, no obstante, recién querían poner un pie en Instagram cuando ya la humanidad estaba bien asentada en TikTok, pero claro que aquí debo decir que mi red favorita es Twitter (actualmente X); allí me mantengo informada de todo.

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Esa sobrecarga informativa, según dicen los entendidos en la psicología, nos puede llevar a esa temida ansiedad y a la gran “necesidad” de querer cargar el celular para todas partes y a padecer de nomofobia; es así como han definido esa adicción a las redes sociales. Es hora de soltar un rato el celular y volver a mirar los pájaros volar, el cielo y los atardeceres. Debemos soltar el celular y no mirar tanto ese mundo externo lleno de información, chismes, memes, y mirar casa adentro, literal y figurativamente hablando.

Respiremos con conciencia, soltemos el celular y sigamos adelante con calma. (O)

Rosalba del Pilar Muñoz Coello, Salitre