Hay que ver a la ciudad como el eje transformador para la lucha contra el desafío del cambio climático, con soluciones integradoras multidisciplinarias para, a través de estrategias, alcanzar las metas de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible (plan de acción a favor de las personas, el planeta, la prosperidad, la paz mundial y el acceso a la justicia), sustentado en principios de sostenibilidad ambiental que destacan elementos primordiales mediante la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas, la resiliencia, adaptación y mitigación del cambio climático.

La configuración de un verdadero modelo de ciudad orienta a reducir la huella de desgaste ecológico, de nuestros recursos naturales, y desde un enfoque social recuperar los espacios públicos, renaturizarlos, para construir un ambiente más saludable a escala humana. Los árboles son elementos naturales imprescindibles para enfriar las ciudades ante el fenómeno térmico de “isla de calor” y para depurar la contaminación atmosférica de gases y material particulado, considerados sumideros de carbono, ya que absorben hasta 150 kilogramos de CO2 (dióxido de carbono) al año, mejorando la calidad ambiental y reduciendo las olas de calor, según indica la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Lograr un impacto frente a los fenómenos de la urbanización es un gran desafío para los Gobiernos locales que tienen la tarea de tomar medidas innovadoras en la planeación urbana, partiendo como eje principal del ser humano, con una visión integradora desde los objetivos del desarrollo sostenible. (O)

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Vicente Mera Molina, arquitecto, Portoviejo