El próximo martes, 10 de diciembre, el Comité noruego entrega el Premio Nobel de la Paz a Nihon Hidankyu, una organización japonesa formada por los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, por “sus esfuerzos para lograr un mundo libre de armas nucleares”. Este reconocimiento reivindica el temor universal a la amenaza nuclear que sigue vigente en la tensión geopolítica actual y que representa un riesgo para la seguridad mundial.

La organización Nihon Hidankyu es un movimiento social que representa a los supervivientes de los bombardeos atómicos que causaron la muerte de más de 200.000 personas. Estos sobrevivientes, conocidos como hibakusha, hoy en su mayoría mayores de 80 años, “nos ayudan a describir lo indescriptible, a pensar lo impensable y a comprender, de algún modo, el incomprensible dolor y sufrimiento que las armas nucleares pueden causar”. Honrar su memoria no solo es un acto de respeto hacia su sufrimiento, sino también un compromiso activo para asegurar que las tragedias del pasado no se repitan.

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Al preservar su legado a través de este premio, se fortalece el compromiso universal con un futuro sin armas nucleares, reflejado en tratados multilaterales y vinculantes, como el Tratado de No Proliferación Nuclear, que entró en vigencia en 1970, con el objetivo principal de prevenir la expansión de armas nucleares, promover el desarme nuclear y fomentar la cooperación en el uso pacífico de la energía nuclear. Así como el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, que entró en vigor en 2021, con el objetivo de prohibir de manera categórica las armas nucleares en el derecho internacional, siendo el primer acuerdo legalmente vinculante, que ejerce presión a Estados que tienen armas nucleares para que adopten un compromiso más serio con su eliminación, y al mismo tiempo se implemente un control internacional estricto y efectivo.

Es importante destacar que América Latina ha jugado un papel pionero en la promoción del desarme nuclear al firmar en 1967 el Tratado de Tlatelolco, que estableció a América Latina y el Caribe como una zona libre de armas nucleares. Este tratado fue un paso decisivo en la política internacional de desarme, ya que fue la primera vez en la historia que un acuerdo regional prohibió explícitamente la presencia y el uso de armas nucleares en un área geográfica. La firma del Tratado de Tlatelolco no solo reflejó la buena voluntad de los países latinoamericanos de promover la paz y la seguridad regional, sino que fue un acto de liderazgo global, al alcanzar un consenso claro y práctico sobre la necesidad de erradicar las armas nucleares en todo el mundo.

Las armas nucleares, al ser una amenaza existencial para la humanidad, no solo deben ser deslegitimadas, prohibidas y eliminadas, sino que también deben ser estigmatizadas, para generar un rechazo universal que condene el uso del poder nuclear como fuente de supremacía. Preservar el principio de humanidad implica reconocer que la verdadera seguridad no se encuentra en el poder destructivo, sino en la cooperación, el respeto mutuo y el desarrollo pacífico de la civilización humana. (O)