Por Inés Zavala Alarcón *

izavalaa1@yahoo.es

El COVID-19 es una infección que ha causado mucho dolor, muertes, discapacidad física, sicológicas, consecuencias económicas y sociales sin precedente en la historia de la vida humana. El Ecuador ha pasado por etapas de contagios que sobrepasan la capacidad de atención hospitalaria, crisis económica, crisis familiar, desesperación en la población. Amenazada por nuevos rebrotes, aparición de nuevas variantes de alto contagio, formas graves que afectan a cualquier edad, niños, jóvenes, adultos y ancianos. Se suma a esto la desinformación sobre la enfermedad, fármacos usados para prevenir y combatir el coronavirus, más el agotamiento e indisciplina de la población en confinamiento.

La pandemia es un problema que requiere políticas de salud pública, que debe ser manejada por expertos salubristas, epidemiólogos, expertos en enfermedades infecciosas que determinen las estrategias de prevención y terapéuticas basadas en evidencias científicas.

Todavía los científicos no predicen el fin de la pandemia. Aunque las vacunas son efectivas, no hay políticas sociales ni estructuras políticas de distribuir la vacuna con igualdad y equidad alrededor del mundo. Por esta razón, los científicos estiman que el virus se quedará entre nosotros y se convertirá en endémico.

El problema con el SARS-CoV-2 es que es contagioso días previos a que la persona presente síntomas y a la transmisión de los asintomáticos. Por esto, no solamente la vacunación es suficiente para erradicar el coronavirus. Además de la vacunación, la salud pública tiene el desafío de implementar estrategias para controlar la transmisión silenciosa de los asintomáticos y los presintomáticos en la diseminación del SARS-CoV-2 que causa la enfermedad del COVID-19, clave para lograr la erradicación del virus y terminar con la pandemia.

Deberán existir programas de vacunación global sostenidos y medidas epidemiológicas preventivas para detener la propagación y transmisión del SARS-CoV-2.

Hay evidencias científicas valiosas, que sabemos que funcionan, que consisten en medidas para prevenir la dispersión de la infección: -La identificación y aislamiento de nuevos casos es y sigue siendo una estrategia implementada exitosamente para evitar la dispersión del SARS-CoV-2. -Las medidas de higiene generales como lavado manos, evitar tocar superficies públicas y tocarse la cara. -El uso de mascarillas y el distanciamiento social de 2 metros proporciona control del foco y disminuye la transmisión del virus en la comunidad. -Mantener protección ocular con lentes o pantalla facial. Todas estas medidas preventivas deben seguir cumpliéndose, tanto después de padecer la enfermedad de COVID-19 como también después de vacunarse.

La solidaridad de la población y el comportamiento responsable son también clave para combatir la pandemia.

Contagiarse y recuperarse de COVID-19 no es excusa para olvidar las medidas sanitarias, de distanciamiento social y la obligación de usar mascarilla. Hay que tener en cuenta que puede reinfectarse del coronavirus, que la segunda infección puede ser grave o incluso mortal y puede transmitir el virus a otros. (O)

*Pediatra. Especialista en Cuidados Intensivos Pediátricos.