Nos ponemos de mal humor y nos acordamos de lo malo que han sido nuestros gobiernos que se confiaron en un solo factor climático para producir casi toda la energía que consumimos. Cuando no llueve las turbinas se apagan.
La televisión informa de los incendios forestales, del fuego que consume sembríos y pajonales. Escucho lo que dicen los bomberos y quienes los ayudan en la heroica tarea. Dicen que las llamas son avivadas por los vientos de hasta 100 kilómetros por hora. Entonces me pregunto: ¿no se puede utilizar ese enorme poder para producir electricidad, como en otros países en cuyos paisajes se ven miles de “molinos de viento”? Conozco de cerca personas que han instalado en sus hogares paneles solares para reducir el costo de las enormes planillas de luz, con muy buenos resultados. Entonces me digo, ¡qué brutos que hemos sido, confiados solo en san Pedro para producir luz!
Ahorro energético, los pequeños cambios
Es tiempo de cambiar, de revisar cualquier plan maestro de electrificación, de pensar en el largo plazo, en que la vida sigue más allá de los gobiernos cuya ineptitud sufrimos. Por lo cual tenemos que combatir:
1. La cortedad de mirar que nos impide pensar y planificar a largo plazo y legislar para que sea causa de destitución de la autoridad que no observa tales planes. El problema aquí es que cada ministro o funcionario de alto nivel se cree que todo lo anterior estaba mal y que él, con su genio creador, va a inventar la pólvora. Trata de cambiar todo lo anterior y empieza una andadura nueva que nunca alcanza a llegar a destino, porque se le acaba el tiempo o porque lo destituyen. Con el próximo, “vuelve la samba al baile” y ningún plan de largo aliento se cumple.
2. Para que sean eficaces, los planes deben ser hechos por expertos inteligentes y avanzar por etapas. Los comunistas hablaban de planes quinquenales y si los proyectos fracasaban era por culpa de la burocracia y la tiranía. Hay que aceptar los sacrificios y trabajos implícitos en la estrategia de planificar a largo plazo.
3. Debemos diversificar las fuentes energéticas. Aprovechar la fuerza de los vientos, del sol, de los volcanes, también de los combustibles fósiles para las emergencias como la actual.
4. Dicen con razón que el servicio más caro es el que no hay. Pregunten a los pequeños comerciantes, a los que viven de su trabajo diario, a los maestros, a quienes se han quedado atrapados en un ascensor cuando se va la luz; a los que tienen alguna carencia física y no pueden comprar un generador para sus hogares.
5. Las soluciones no son de este Gobierno, pero puede empezar a trabajar en serio revisando planes, actualizándolos, uniendo trabajos con legisladores patrióticos y de buena fe que unan esfuerzos a fin de resolver este problema en lo inmediato y prever el futuro. Esa es la tarea del legislador y del gobernante: trabajar con un ojo puesto en el presente y con el otro en el futuro. El verdadero estadista se prueba con esta doble visión, supera las pequeñeces de los mediocres, de los ambiciosos deshonestos e incapaces. Y actúa sin pausa y con decisión. Ese nombre será recordado.
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