He querido tratar juntas las materias de Oloncito y del Hotel Quito, porque aunque son físicamente lejanas entre sí (la una es un estero, un manglar, un bosque protector, situado a orillas del océano Pacífico, en la provincia de Santa Elena, y la otra se refiere a un hotel enclavado entre los picachos de los Andes), están unidas porque ambas han sido sometidas al escrutinio público y juzgadas por el más alto tribunal, el de la opinión pública.

En el caso del área protegida del bosque protector Esterillo Oloncito, los propulsores del proyecto Echo, ante la reacción negativa de la ciudadanía, han decido suspender su proyecto y no causarle más daño a la proyectada reelección del presidente Daniel Noboa. Tal vez, el daño ya está hecho y este será el tema central de la próxima campaña electoral.

El estadista y el empresario

A más de los asuntos relacionados con la materia misma de la afectación ambiental, sobre la que se han pronunciado los expertos en el tema, el país se agitó al conocer que el proyecto Echo pertenecía a la familia presidencial y era apoyado por ministros y funcionarios del Gobierno, quienes, inclusive, cometieron la tontería de recurrir a la fuerza pública, a una tanqueta militar; así convirtieron un asunto particular en público. Es aquí que surge el reclamo ciudadano para que se separen las actuaciones de los funcionarios públicos en el trato de asuntos públicos, del de los que son privados.

En el mundo entero, las funciones ministeriales son desempeñadas por personas con valor y prestigio propios, reconocidos por la ciudadanía; eso le es muy útil al gobernante, porque recibe recomendaciones de los ministros con personalidad y experiencia.

La ola que no debió ser

En el Ecuador, en el ya lejano pasado, los presidentes integraban sus gabinetes ministeriales con personalidades del mundo político y, también, con otras de gran prestigio cultural y profesional. Algo así, devolvería confianza al país en el Gobierno; algo así evitaría que se vuelvan a cometer errores como el actual u otros como el del armamento ruso. Hoy, el Ecuador está observando cada nombramiento, incluido el de embajadores, para los que se pretende reducir la edad legal para serlo.

Lo de Olón debería servirle al Municipio de la capital, al alcalde Pabel Muñoz, para interpretar la voluntad del pueblo de Quito de respeto absoluto al Hotel Quito.

El alcalde, con gran habilidad dialéctica, quiere convencer a la ciudadanía que la declaración de patrimonio cultural al conjunto del Hotel Quito no incluye a los parqueaderos; si la protección es al todo, pues el todo incluye a todas las partes; así funciona la lógica.

La excepción envuelve el propósito de autorizar las proyectadas construcciones de la compañía de China que adquirió el Hotel.

Si el Municipio de Quito hace honor a su tradición de verticalidad y mantiene íntegramente la calidad de patrimonio cultural del Hotel Quito, la propia compañía aceptaría dejar sin efecto la adquisición anterior, tan cuestionada. La persistencia del alcalde causaría una honda desconfianza, y encolerizaría al pueblo de la Revolución de las Alcabalas. (O)