Los derechos culturales son básicamente los derechos humanos que aseguran el acceso a la cultura, al arte, patrimonio, entre otros, en condiciones de igualdad, dignidad humana y no discriminación. Se constituyen en un área prioritaria de trabajo, al igual que el diálogo intercultural, la transmisión de conocimientos tradicionales y modernos, la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales, el patrimonio material, natural e inmaterial, las industrias culturales y creativas, entre otras.
Por lo tanto, la cultura debe jugar un rol específico como portadora de una noción de desarrollo que no se piense solamente en términos de crecimiento económico, sino también de sostenibilidad social, cultural y ambiental.
La cultura en su función social es un factor esencial para erradicar la pobreza, disminuir desigualdades sociales, ampliar las oportunidades de empleo y la reducción de los índices de exclusión social, como parte del proceso de promoción de sociedades más equitativas, con especial atención en la interculturalidad, mujeres, niños, personas con discapacidad, adultos mayores, jóvenes, migrantes.
Es así como urge cambiar el modelo actual de cultura ampliando su foco de acción, desde el fomento a la creación y a los artistas, hacia el fortalecimiento de la participación cultural de toda la ciudadanía en dinámicas permanentes. Este desplazamiento hacia una apropiación del arte, la cultura y el patrimonio se ha sustentado en el principio de promoción del desarrollo cultural y de los derechos culturales desde los territorios; como una dimensión en la que se expresa la diversidad de identidades, de memorias históricas, y de formas de expresión y manifestaciones de un país.
Considero que el cambio debe hacerse desde el marco legal como lo es la Ley de Cultura y su reglamento, avanzar a toda la estructura del sistema de cultura y de sus instituciones adscritas. La participación, la creación y el ejercicio de la cultura, en todas sus dimensiones, constituyen la base de una sociedad cohesionada.
El rol de las instituciones culturales es crear las condiciones necesarias para que pueda darse este ejercicio en su máxima expansión y libertad; de manera tal que la Ley de Cultura se constituya así en una herramienta indispensable para la institucionalización, el fortalecimiento y el desarrollo del sector en beneficio de la ciudadanía.
No es posible avanzar hacia el desarrollo si desde su conceptualización no se mira a la cultura con una visión sistémica, holística e integral, cuyas funciones sustanciales consideren tanto las potencialidades económicas como las sociales, educativas y ambientales, articulando a los distintos actores la producción de bienes y servicios y las diversas políticas públicas sectoriales. Si buscamos la transformación y reactivación del sector cultural artístico, debemos partir desde esta visión con personas que tengan el conocimiento y competencias para lograrlo, que no necesiten de tantos asesores para cumplir a cabalidad sus funciones, incrementando el gasto público. Con el conocimiento, experiencia, participación pluralista, compromiso y en equipo colaborativo multidisciplinar se pueden alcanzar los objetivos planteados. (O)