Es la famosa frase del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) en su obra La gaya ciencia (1882), dijo: “Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado...”. “El fin de la historia” es la afamada frase del politólogo estadounidense Francis Fukuyama en su libro El fin de la historia y el último hombre (1992), sostiene que a partir de la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética finalizó la Guerra Fría, por ideologías. El liberalismo, democracia y capitalismo venció al totalitarismo y comunismo.

Si dividimos la historia del mundo occidental en antigua, medieval y moderna, Dios está presente en las tres épocas representado por las religiones monoteístas del judaísmo, cristianismo e islamismo, nacidas en el mismo espacio geográfico del Medio Oriente-Jerusalén y quizás creadas por personas con vínculos familiares. La guerra ha sido la constante y han ganado en forma aleatoria, según el potencial bélico y económico de su momento histórico.

Está en desarrollo la guerra entre Israel (judaísmo) y Hamás (islamismo) –grupo de palestinos considerado terrorista–, que mutuamente se quieren expulsar o eliminar. En esta área parece aplicable la frase de Nietzsche: “Dios ha muerto”; o quizás haya que decir: –Dios dispone la muerte–, que sobreviva el más fuerte.

Esta guerra valida la controvertida tesis de Fukuyama del fin de la historia por ideologías. Pero deja al descubierto que están vigentes las demás causas, según la siguiente prioridad: religión, supervivencia, nacionalismo, territorio o recursos naturales; en resumen, lograr el poder político hegemónico para el control de la zona. El perdedor deberá someterse o desplazarse a donde pueda.

Esta guerra valida la controvertida tesis de Fukuyama del fin de la historia por ideologías.

Lo más preocupante es que alrededor de los combatientes se están alineando potencias militares en apoyo, según sus intereses. EE. UU. y otros Estados están a favor de Israel; Irán y grupos considerados terroristas como Hezbolá del Líbano y hutíes del Yemen, en asistencia a Hamás.

Toda guerra deja enseñanzas y estrategias militares. Hamás ha construido en la Franja de Gaza una red de túneles, tipo metro, de cientos de kilómetros y con profundidades de 30 hasta 70 metros, donde no llega la acción de ninguna bomba convencional, por allí circulan sus milicianos, su logística y mantienen a los rehenes israelíes –los vietnamitas usaron los túneles de Cu Chi en su estrategia y vencieron a los estadounidenses–. Israel realiza operaciones de bombardeo aéreo y barrido terrestre destruyendo los accesos a la red de túneles que logra localizar, su misión es recuperar rehenes y eliminar a Hamás.

En Medio Oriente, Dios ha muerto y seguirá muerto, mientras los representantes de las civilizaciones occidental y oriental marquen con sangre sus fronteras y tierra donde viven, no solo de militares, sino de niños, niñas, madres, padres y abuelos, con el objetivo de vencer, dominar y hasta desaparecer al enemigo. La historia guerrera humana no ha muerto y cualquier motivo es admitido. Los israelíes y grupos terroristas islámicos palestinos tienen una herencia de odio acumulada por siglos y la están incrementando. La paz fue y será efímera. (O)