El nuevo presidente recibe un país con múltiples problemas; de ellos, la inseguridad es lo que más nos afecta directa y personalmente. En quince meses apenas se podrán mostrar tendencias de mejora si es que el gobierno entrante es capaz de instaurar rápidamente propuestas que dependen más de la inteligencia colaborativa de expertos que de ideología y política partidista o personalista. ¿Será capaz Daniel Noboa de instalar un gabinete de expertos para poder navegar la inoperancia y corrupción burocrática que enterró al gobierno de Lasso?

Un presidente responsable buscará unidad contra la inseguridad. Una tarea que requiere del concurso de la sociedad en general representada en organizaciones civiles desde barriales hasta empresariales, academia y universidades; más, evidentemente, los diversos actores políticos. Bien haría Noboa en facilitar el desarrollo de las propuestas sin impulsarlas como iniciativa gubernamental sino como un plan quinquenal o decenal que cuente con apoyo estatal –de su gobierno mientras dure– más allá del ámbito ministerial o peor policial/militar. Que sea enfrentado como lo que es: un problema estructural del Estado. Para ello deberá reconocer que son los especialistas de diversas vertientes quienes pueden aplicar soluciones con ágiles adecuaciones de planes y programas con base en resultados. Pero la tragedia de la inseguridad no mejorará si al unísono no se enfrenta el fracaso del sistema judicial. Hay problemas en todas las fases que determinan la justicia y rehabilitación carcelaria. Desde estructuras policiales contaminadas con organizaciones delictivas, la comodidad de mantener la deficiente formación y así ahuyentar a los mejores de las carreras fiscales y judiciales hasta jueces lejanos a los principios de justicia, pero abiertos a vender impunidades.

La unidad nacional indispensable para enfrentar la inseguridad no solo servirá para mejorar la calidad de vida de todos y empezar un camino de prosperidad y equidad que dé reales oportunidades al país, sino que mostrará quiénes no están dispuestos a trabajar en la práctica, sino solo en el discurso y propaganda para lograr impunidad desde el poder y participación cómplice en la penetración corrupta del Estado. Hay gran diferencia entre construir o apoyar para lograr resultados y obstruir, descalificando adversarios e incluso incitando a la violencia que algunos políticos –que vuelven a perder– tienen como estrategia.

Deseamos buen albur al Gobierno, de modo que el destino nacional sea conducido con sabiduría...

Deseamos buen albur al Gobierno, de modo que el destino nacional sea conducido con sabiduría y desprendimiento de intereses personales o corporativos para lograr mejorar las condiciones de vida de la mayoría. Ojalá el legislativo sea trabajador y honesto, con ello se distanciaría de sus desastrosos antecesores para lograr enrumbar al país hacia un futuro más justo y digno. Serán reelectos quienes logren resultados que se asienten en la cotidianidad, no en la propaganda y redes sociales.

Que Noboa cumpla con transparencia su oferta de trabajar para combatir la violencia, la corrupción y el odio. Si así lo hace, mostrará que la casualidad de su elección puede convertirse en un camino de confianza y seguridad para el Ecuador. (O)