Hay un común denominador entre estos tres actores y el gobierno de Noboa –accidente de la democracia, como lo posiciona el correísmo– que ponen en evidencia la “impericia” en el manejo de la comunicación política y su política de comunicación con los medios.

Los dos primeros –de cierta manera– representan intolerancia a fundamentos del periodismo independiente; la tercera es la fórmula de cómo victimizar al contrario y autoproclamarse “enemigo” con quien no debería estar a tu altura, aunque el daño que infringes termine por contagiarte.

Transparencia

Bastante agua ha corrido con lo del New Yorker, pero las repercusiones siguen latiendo. Un periodista de fama mundial (Jon Lee Anderson, periodista norteamericano que habla, escribe y comunica con un impecable español) acompaña en un ejercicio de periodismo de inmersión al presidente Noboa por una serie de recorridos –algunos evidentemente montados para periodista y presidente–, y el resultado fue casi tan desastroso como la abusiva invasión a la sede diplomática de México: nos pone en el ojo de la comunidad internacional por una serie de epítetos –que aunque dichos en lenguaje coloquial representan las convicciones del mandatario– en contra de otros presidentes latinoamericanos, y además por la no tan brillante idea de construir una cárcel en la Antártida, administrada por militares para que la comunidad científica no se percate del asunto.

Jon Lee Anderson es autoridad en temas de ética periodística, sabes que todo lo que digas lo usará en tu contra porque no tiene acuerdos con las fuentes. Si eres mandatario de un país, mejor no le cuentes ni coloquialmente que te reúnes con funcionarios de la CIA. No te socapará.

No fue suficiente el chasco internacional. El régimen había decidido abrirse otro frente: el cierre del programa Los irreverentes, espacio de opinión de tres periodistas claros, contundentes y soberanamente críticos: Sol Borja, Fabricio Vela y José Luis Cañizares.

“Esta no es la primera vez que el Gobierno reacciona ante las críticas de uno de los periodistas de Los irreverentes. El 31 de mayo, la asesora presidencial Diana Jácome agredió verbalmente a Borja, quien cuestionó las declaraciones que Jácome realizó en una entrevista”, sostuvo Fundamedios, dedicado a documentar lo que considera agresiones al periodismo y periodistas.

El silencio gubernamental en torno a este caso de abuso de poder solamente los evidencia. Del tema se sigue hablando y documentando, aunque los despistados crean que las aguas ya se calmarán, sin proyectar los escenarios que reelectoramente le representará a un mandatario que se autoproclama “feo enemigo”.

Por último, el Gobierno pone a un Estado en contra de Alondra Santiago, periodista extranjera radicada en el país. ¿Habrá pensado, el o la genio al que se le ocurrió la idea, lo contraproducente de la medida? Porque ahora deberán explicar cómo es eso de que la tenían vigilada, intervenida, investigada sin que la periodista lo sepa. ¿Hay otros casos similares en proceso? Ya lo sabremos.

Por lo dicho, mi calificación para la impericia del Gobierno con la prensa es 10/20. (O)