Recientemente, Guayaquil fue escenario de otra edición de su Feria del Libro, un evento valioso y concurrido que nos recuerda la importancia de fomentar las bibliotecas y el hábito de la lectura en nuestra ciudad y en nuestro país.
De niño la biblioteca de mi papá me fascinaba. Era un espacio que, a mis ojos infantiles, contenía el mundo entero. Los estantes llenos de libros me invitaban a descubrir historias, conocimientos y misterios. Pasaba horas inmerso en la vida de los dinosaurios, aprendiendo sobre su majestuosa existencia. Luego, me sumergía en la historia de los griegos y romanos, absorbiendo lecciones de civilizaciones que marcaron el rumbo de la humanidad. Más tarde, esa misma biblioteca me llevó a explorar grandes eventos históricos y la profundidad de la filosofía.
Hoy esa pasión por el conocimiento sigue viva. En mi propia casa he creado una biblioteca similar, un lugar donde mis hijos y yo exploramos el mundo desde la comodidad del hogar. Es un espacio de encuentro familiar, donde no solo se amplían los conocimientos, sino también el espíritu. Cada libro es una puerta a nuevas perspectivas, ideas y formas de entender la vida.
Einstein dijo: “Una mente que se abre a una nueva idea nunca vuelve a su tamaño original”. Esta capacidad de abrir la mente hace de la lectura un hábito esencial en la vida. Al estudiar la trayectoria de grandes empresarios, es inevitable notar que la lectura fue una constante en sus vidas. Bill Gates, Warren Buffett, Elon Musk, entre otros, no solo son conocidos por su éxito empresarial, sino también por ser ávidos lectores. Para ellos, leer no es un pasatiempo; es una herramienta de crecimiento continuo.
Leer no es simplemente adquirir información, es nutrir la curiosidad, alimentar la imaginación, abrir la mente al cambio y, sobre todo, crecer. En Ecuador, donde se lee en promedio un libro completo y dos incompletos al año, es urgente tomar medidas para fomentar este hábito.
Bogotá y Medellín han demostrado que promover el acceso a la lectura puede transformar comunidades enteras. En Medellín, la creación de bibliotecas en los barrios más desfavorecidos se convirtió en un símbolo de esperanza. La Biblioteca España, ubicada en una de las zonas más golpeadas por la violencia, no solo ofreció acceso a libros, sino que también creó un espacio donde la comunidad podía reunirse, aprender y recuperar el sentido de pertenencia. Estos proyectos de bibliotecas populares, impulsados por alcaldes visionarios, acercaron los libros a los ciudadanos, fortalecieron el hábito lector y transformaron la sociedad.
Leer transforma no solo a la persona, sino también a la sociedad en su conjunto. Cada página que leemos nos acerca más a nuevas ideas, a la posibilidad de reinventarnos y a la capacidad de generar soluciones a los retos que enfrentamos. Leer es vital para pensar con claridad en todos los aspectos de la vida, desde elegir una carrera hasta votar por un candidato.
Propongo que fomentemos las bibliotecas populares y desarrollemos el hábito de la lectura en empresas y organizaciones. Este hábito seguro impactará positivamente la vida de nuestro país. (O)