La cortina de humo es un viejo recurso para manejar la opinión pública. Implica generar ruido, mucho ruido para distraer la atención de los ciudadanos respecto de asuntos sensibles o polémicos que les afectan.

El recurso se lo relaciona con una táctica militar utilizada en tiempos de guerra para confundir a los adversarios. En comunicación estratégica se lo utiliza para despistar y ocultar, logrando que la opinión pública y la prensa centren la conversación en otros temas, dejando de lado asuntos incómodos relativos a situaciones críticas que afronta el país.

Durante los últimos meses hemos visto que el gobierno de Daniel Noboa acude a estas prácticas para distraernos.

En abril, pocos días antes de la consulta popular convocada por el Gobierno, la población se vio sorprendida por apagones de ocho horas en ciertas ciudades. Ante el consecuente malestar provocado por la situación, el presidente Daniel Noboa salió al paso y pidió la renuncia a la ministra de Energía, Andrea Arrobo, por un supuesto sabotaje. Aseguró que los saboteadores lo hacen de miserables durante la última semana antes de una consulta popular, porque saben que la tenían perdida.

Posteriormente se declaró en emergencia al sector eléctrico y no sabemos nada del resultado de las investigaciones de los supuestos sabotajes.

En julio, en momentos en que el Gobierno se aprestaba a eliminar los subsidios a los combustibles y ciertos sectores amenazaban con paralizaciones y protestas, se revocó la visa a la periodista cubana Alondra Santiago, muy activa en redes sociales y crítica del actual régimen. De acuerdo con informes del Ministerio del Interior, se habría determinado que habría cometido actos que atentan contra la seguridad pública y estructura del Estado. Información que nunca se ha precisado de qué se trata. Al quedar Santiago en una condición de inmigrante irregular, abandonó el país.

El Ecuador camina confuso ante esta estrategia de propaganda. Hasta el momento no entendemos la magnitud de la crisis energética y si esta es resultado del sabotaje o de la ineficiente gestión del Gobierno. Sí sabemos que los apagones no afectaron la propuesta presidencial en la consulta popular.

No alcanzamos a comprender tampoco si Noboa, otrora defensor de la libertad de expresión, ya no soporta a la prensa crítica o prefirió violar la libertad de expresión para ponernos a todos a conversar sobre Alondra Santiago y no sobre el incremento del precio de los combustibles.

Que no nos sorprenda que ante la proximidad de las elecciones recibamos más de estos golpes de efecto, que el Gobierno responde con discursos patrióticos que le favorecen electoralmente.

En un Gobierno que tiene una política de comunicación incipiente, la estrategia de la propaganda puede servirle por un tiempo, pero cuando el humo se va, queda la realidad, la dura realidad que vivimos fruto de una polémica gestión en algunas áreas.

Pero a fin de no afectar las aspiraciones políticas de Noboa, seguramente sus asesores ya estarán pensando en algún otro fuego artificial. (O)