Las relaciones del Ecuador con Colombia son fundamentales y no se pueden empañar, aunque haya motivo por las actitudes desafiantes asumidas por el presidente de ese país, que goza de desconfianza y desprestigio en su país y que ha defraudado con planes incumplidos como el plan paz total, que ha sido un fracaso, reconocido por él mismo.
Las relaciones con el pueblo colombiano han sido muy importantes, especialmente en el ámbito comercial, y porque se han compartido problemas comunes, que van mucho más allá de las posiciones que asuman sus mandatarios.
Cierto que hubo momentos muy tensos en la historia reciente. El uno de marzo del 2008, gobierno de la revolución ciudadana, se produjo la incursión de las fuerzas regulares de Colombia en territorio ecuatoriano porque el gobierno nacional de entonces (con quien se identifica el actual Presidente del norte) permitió que miembros de las FARC, al mando del segundo jefe de la organización, se encuentren bien instalados en campamentos en territorio ecuatoriano, al que concurrían en romería dirigentes vinculados al movimiento de gobierno e incluso autoridades.
La incursión, que exterminara a los guerrilleros, mereció el rechazo en el país por la violación de la soberanía e integridad territorial y si bien no podía justificarse en modo alguno este hecho, sí se explicaba por la complicidad del gobierno nacional.
Más allá de ese hecho, las relaciones se restablecieron al punto que periódicamente se realizaron gabinetes binacionales, con la conducción de los mandatarios de los dos países, y que han permitido el análisis y la solución de problemas comunes. Igual ocurre con el Perú.
Hoy, con la conducción del actual presidente de Colombia se han afectado las buenas relaciones al punto que esos gabinetes binacionales están a la espera de la buena voluntad de ese mandatario, que tiene que enfrentar los acuciantes problemas internos. Sin embargo, en otros campos esas buenas relaciones funcionan como el comercial y la venta de energía, con la participación directa del sector privado colombiano.
Hoy Petro no representa a ese pueblo valiente y aguerrido que ha sufrido por décadas la violencia protagonizada por la guerrilla, el narcotráfico y las bandas delincuenciales. Al contrario, él fue parte de esa guerrilla y por eso demuestra sus niveles de frustración y admiración a regímenes dictatoriales como Venezuela y Cuba, en donde no hay democracia sino persecuciones, violaciones a los DDHH, sin libertades individuales ni libertad de expresión. Allí sí existen presos políticos e incluso menores de edad por haberse atrevido a discrepar y criticar al pensamiento único que exhiben esos gobiernos.
Cómo se atreve a comparar la situación del Ecuador con la dictadura de Venezuela, en donde sí hubo un fraude monumental, nunca exhibieron las actas y los votos, a diferencia del Ecuador en donde están a la vista en el sistema electoral las actas de los resultados y no está en duda el contundente triunfo con una diferencia de casi un millón 200 mil votos.
Tuvo el cinismo de venir a la posesión del Presidente con la intención de provocar al gobierno con el argumento de abogar por supuestos “presos políticos”, que son delincuentes de la RC, según las sentencias condenatorias ejecutoriadas que recibieran. (O)