En un suceso sin precedentes desde los años setenta del siglo pasado, el ministro de Agricultura, Pedro Álava González, ha convocado a sus colegas latinoamericanos de países que exportan banano a la Unión Europea a reunirse de forma virtual el próximo 12 de enero, con el exclusivo fin de adoptar una posición conjunta que propenda al mejoramiento del estático precio de la fruta que no responde a las alzas desmesuradas de los costos de producción, como el de los fertilizantes y otros insumos importados, a los materiales de empaque, embalaje y exageradas tarifas navieras, que ubican a agricultores y exportadores al borde del colapso.

Mientras esto acontece, los verdaderos usufructuarios del prolífico negocio, léase las grandes cadenas de venta al por menor o supermercados de los principales centros de consumo, siguen reacios a reconocer una justa y equilibrada compensación que reivindique y sustente a la industria de la fruta fresca de mayor aceptación mundial, a la que se puede acceder durante todo el año, haga frío o calor por extremos que fueren, mientras las exigencias de calidad e inocuidad siguen representando cada vez más inversiones, sin descuidar obligaciones sociales y regulaciones ambientales que los nacionales observan con cuidado. Sublimiza la posición a adoptarse el hecho de que han sido las organizaciones de productores y exportadores del mayor continente proveedor de musáceas comestibles, comercializables en mayor cantidad planetaria, que en acción ejemplar han acordado luchar hasta alcanzar un justo y equilibrado reparto de beneficios a favor de miles de empresarios y trabajadores que tienen como base de subsistencia el cultivo, procesamiento y mercadeo de banano, que responde a principios aceptados por los órganos administrativos y parlamentarios de la Comunidad Europea y de la propia Naciones Unidas, como son la responsabilidad compartida y debida diligencia, debatidas hasta el cansancio, imponiéndose el urgente paso de las meras declaraciones a la acción efectiva.

No podría quedar por fuera del compromiso, génesis de la unidad, el acompañamiento activo y permanente de los respectivos gobiernos secundando la iniciativa del ministro ecuatoriano Álava González, convidando a sus pares latinoamericanos a aprobar una manifestación colectiva que invoque postulados de solidaridad alrededor de un plan que no tendría oposición alguna, que genera respaldos y simpatías, invitando a cerrar filas hasta lograr el esperado fin, por lo que no sería extraño que se logre con insistencia un alza generalizada luego de negociaciones en los foros que sean necesarios hasta alcanzar el sentido objetivo de revertir la paga insignificante que por siempre se ha venido percibiendo por un producto tropical de alto valor nutritivo con efectos funcionales de indiscutible eficacia.

Es momento de excitar a otros segmentos de la cadena de valor, como fabricantes de cartones y, sobre todo, a las indolentes empresas navieras, indiferentes ante el descalabro que se avecina de una noble actividad. Daría la impresión de que se olvidan de que con una fruta en crisis no hay posibilidad de continuar su rentable negocio. (O)