La lucha por alcanzar precios remunerativos para el banano es de larga data, desde que la FAO propugnaba por los años 70 la suscripción de un acuerdo que involucraba a productores, importadores, consumidores, el lucrativo negocio era controlado por las corporaciones transnacionales americanas y las exportaciones eran al granel. Ahora impera otro esquema con nuevos hechos y actores, las clásicas transnacionales redujeron su poder de control de la comercialización cediéndolo a las navieras, surgiendo un nuevo jugador con mayor dominio del mercado que también se margina la mayor tajada, apareciendo los supermercados en directo contacto con los consumidores, coincidiendo además con el transformador cambio que significó sustituir los embarques al granel por contenedores refrigerados.

Las grandes cadenas de supermercados manejan el mercadeo, asignándose un mayor margen, relegando a otros eslabones de la cadena y dejando, como siempre, en último lugar a los países cultivadores, sus agricultores, exportadores y trabajadores, con ingresos no equitativos, obligados a aceptar precios por debajo de los costos en continuas alzas no reconocidas, peor aceptadas, por sus privilegiados socios, mientras agricultores y exportadores tienen que afrontar incrementos en gastos en seguridad frente al narcotráfico, hasta que la fruta llegue al costado del buque más las inversiones para control y prevención de plagas y enfermedades catastróficas. Este nuevo y arrollador agente surge imponiendo precios a su conveniencia, llegando al colmo de pretender aplicar un arbitrario valor FOB y hasta rebajarlo, inobservando que en Ecuador es determinado por el Estado, en tanto el banano sigue como el alimento peor pagado del mundo.

Lo positivo es la unidad que han demostrado los bananeros latinoamericanos, puesta en evidencia en la reunión última del Foro Bananero Mundial en Roma, al que fueron invitados por la FAO los supermercados, compartiendo las iniciativas planteadas por los productores en materia de comercio justo, con cálculos de costos siguiendo los principios de Firetrade, aceptados antes por el más influyente comercializador al por menor ALDI, y la formación de una comisión técnica que debata asuntos determinantes en los bajos ingresos agrícolas como es la sobrecertificación exigida por la Unión Europea, calculada en el 60 %, que integrarán los grupos Rainforest, Global Gap, Firetrade y otros.

Ha sido un trabajo incesante del denominado Clúster Bananero, en el que sobresalen las asociaciones AEBE, comandada por José Antonio Hidalgo, y Acorbanec, con su director ejecutivo, Richard Salazar, entre los más destacados gestores de esa labor unificadora latinoamericana que otrora no lograse consolidarse, llevando al traste a la Unión de países exportadores de la fruta, UPEB, en su objetivo de aumentar un dólar por caja exportada.

Sugerimos dar un paso adelante hacia un respaldo político internacional como sería una manifestación de apoyo frontal de la ONU en línea con la declaración de su Asamblea sobre los derechos de los agricultores que reivindica precios justos para los bienes agrícolas y otras sentidas aspiraciones. (O)