La información de las últimas horas, proveniente de Naciones Unidas, de que el Ecuador es el tercer país en el mundo con más cocaína incautada y el primer exportador de cocaína en el Pacífico, debe helarnos la sangre. El que hayamos aumentado tan notablemente la cantidad de droga incautada puede parecer una satisfacción, pero es un terrible indicativo de cuánto se ha multiplicado el negocio ilícito.

Pancho Huerta se anticipó a todos nosotros al denunciar que nos estábamos convirtiendo en narco-Estado. ¡Terrible realidad!

Desde el cambio de gobierno, en abril de 2005, en que me correspondió por unos breves meses desempeñar el Ministerio de Gobierno, pude apreciar directamente los asuntos concernientes al control del tráfico de drogas, pero, desde entonces, se ha producido una multiplicación del mal y de los peligros que afectan a nuestro país, que ha transitado de un estatus de simple corredor del tráfico de drogas de Colombia a ser, ahora, país de acopio, plataforma de distribución internacional, centro de procesamiento, santuario del crimen organizado; sus puertos más grandes son utilizados, camuflados entre el gran volumen, para la exportación en gran escala; esto nos ha traído esta pavorosa, macabra, realidad de sicariatos, asesinatos en cárceles, extorsión, lavado de dinero, tráfico de armas, minería ilegal y corrupción en la administración en general, especialmente en la de justicia. La política antidrogas de Estados Unidos, iniciada por Nixon, en 1971, ha ido envolviendo a varios países latinoamericanos, incluido Ecuador. Cuando nos informan del aumento notable de las toneladas de droga capturadas, decomisadas, lo que responde a la realidad, hay que considerar cuánto se ha multiplicado este tráfico ilícito en el Ecuador a raíz de que, hace cerca de 20 años, por el acuerdo de los carteles mexicanos, colombianos, guatemaltecos, reunidos en Sinaloa, se escogió al Ecuador como nuevo centro importante de sus operaciones ilícitas por los pocos controles gubernamentales existentes, la debilidad de los órganos de justicia y la existencia de una economía dolarizada, que favorecía sus transacciones. Analizaron los carteles mafiosos el llamado “efecto globo”, según el cual, cuando la persecución a los carteles es muy fuerte en un país determinado, lo conveniente es trasladar sus operaciones a otro país. Según el informe de la UNODC, de la ONU, por Colombia sale al mercado mundial el 74 % de la cocaína, un total de 1.800 toneladas, de las cuales 1.332 por el vector del Pacífico; y, de las cuales, unas 500 lo hacen por los puertos ecuatorianos más grandes. La feroz persecución a los carteles de la droga y a las FARC y el ELN, dentro del Plan Colombia, especialmente con Uribe, obtuvo una disminución de las áreas de producción; particularmente mediante las fumigaciones y la extracción manual. Pero, al presente, las áreas de cultivo habrían aumentado notablemente, a tal punto que Colombia consta entre los dos mayores productores de cocaína. El narcotráfico, la presencia de los carteles internacionales, constituye el mayor peligro para Ecuador. Seguramente, la cooperación norteamericana habrá sido fundamental para las incautaciones.

Pancho Huerta se anticipó a todos nosotros al denunciar que nos estábamos convirtiendo en narco-Estado. ¡Terrible realidad! (O)