Se imaginan ustedes –a los 70 años de edad– corriendo al trabajo en medio del tráfico y la congestión, mientras revisan la agenda del día, llaman por teléfono y exponen su vida por los caminos de la patria. Si todavía no lo han imaginado, hay otra gente que sí… ¡Bien dicen!, siempre hay alguien que nos incluye en sus planes y ni siquiera lo sospechamos.

Tras leer las propuestas (no hechos) respecto a las jubilaciones. En una primera reflexión, hasta me sentí emocionada, pensar que el país y sus técnicos sospechan que estaremos –a los 70 años de edad– vitales, geniales y dispuestos a colaborar con la productividad del Ecuador. Luego, mi entusiasmo se mitigó, al pensar en las pocas oportunidades laborales que tienen las generaciones jóvenes. Cada día, al final de la jornada, recuerdo los esperanzados rostros de mis estudiantes que desean graduarse, ocupar una plaza de trabajo, desplegar sus alas y contribuir a nuestro país. Entonces me pregunto: ¿existirá espacio laboral para todos?

Júbilo cambia por provincia

Lo ideal sería que sí, que se abran las oportunidades para todos; que los adultos mayores tengan la posibilidad de seguir favoreciendo al país y que los recién graduados ocupen nuevos espacios de trabajo en condiciones dignas. Lo ideal sería que envejecer no sea visto como un defecto, una enfermedad o una discapacidad; y que ser joven no sea sinónimo de menos conocimiento, inexperiencia o sabiduría. Porque, finalmente, son las relaciones intergeneracionales las que enriquecen a las sociedades. Quizá es pedir mucho, que los adultos no sean clausurados o encerrados y los jóvenes no sean lanzados a las bocas de organizaciones indolentes con los derechos laborales.

Pero, lejos de lo ideal, las necesidades apremian y hoy los analistas del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) afirman que el fondo de jubilación requiere fortalecerse. Entre las opciones están que ustedes y yo trabajemos hasta los 70 años de edad, o más. Pero nada se ha concretado y es irresponsable reducir todo solo a las normativas; hay que preguntar a las empresas e instituciones: ¿tienen planes de renovación generacional de empleados?, ¿qué harán con los trabajadores adultos mayores?, ¿qué regímenes propone el Estado para sostener los cambios?

Amigos emprendedores

El panorama sociodemográfico del país es preocupante, envejecemos y las nuevas generaciones han decidido no darnos nietos. Y a las y los jóvenes les doy la razón, el país no mejoró sus condiciones de vida y transitar por las avenidas se ha vuelto inseguro; quedó para la historia el juego en la calle o las largas charlas en la esquina del barrio.

Tienen razón los que han decidido descartar maternidades y paternidades futuras. Pero es hora de que el IESS, el Estado y los gobiernos locales retomen la planificación a largo y mediano plazo y analicen las variables sociodemográficas; es hora de que la sociología vuelva a ser parte de los estamentos técnicos que asesoran a las instancias políticas. Sin duda las reformas tienen que darse; pero abrigadas por la razón, con los datos estadísticamente sustanciados y fundamentados. (O)