Desde la primera vez que la leí, me ha causado curiosidad esta locución latina que traducida al español significa “aquí hay dragones”. Esta expresión, utilizada principalmente en el medioevo, fue insertada como señal de alerta por exploradores en mapas y cartografías para referirse a territorios inexplorados, ajenos al hombre, lugares misteriosos, en algunos casos malditos, habitados por criaturas marinas y reptiles alados. En fin, regiones que no debían ser visitadas por nadie.

Para muchos aventureros, la sola mención de esta frase producía un espanto y desasosiego que solo podía apaciguarse mediante la cancelación de la expedición. No obstante, también se dice que, para los viajeros más intrépidos y audaces, la frase representaba un mensaje alentador, en el sentido de que para ellos se abrían nuevos mundos llenos de oportunidades, tesoros perdidos, nuevas tierras, etc.

Después de muchos años, me vino a la memoria esta frase, con ocasión de la segunda vuelta electoral a celebrarse en octubre, y que enfrenta a la candidata del correísmo, Luisa González, con el joven candidato Daniel Noboa. Y es que el ganador de la contienda electoral deberá asumir las riendas de un país que se encuentra en una situación sin precedentes en nuestra historia republicana. Muchos me dirán que estoy equivocado, que exagero, que el Ecuador prácticamente ha convivido con las crisis económicas durante décadas, y que el pobre manejo de las finanzas públicas, si bien constituye un problema serio para el desarrollo del país, no es comparable con otros eventos más graves que hemos enfrentado en el pasado, como la guerra con el Perú o el fenómeno de El Niño.

A pesar de que coincido en parte con la lectura anterior, en el sentido de que, como país, continuamente hemos enfrentado adversidades, creo que por primera vez tenemos en frente un enemigo violento e implacable, como lo es el narcotráfico, provisto de inmensurables recursos económicos y capaz de los actos más atroces y despiadados posibles, el cual, en los últimos meses, incluso ha logrado influir a través de diversas vías en la Función Judicial, con el único propósito de obtener el recurso más ansiado por cualquier estructura criminal: la impunidad.

Días atrás me preguntaba si el proceso de degradación social, al comienzo lento, tal vez imperceptible, hoy evidente y fácilmente constatable en hechos dolorosos como los asesinatos, secuestros y extorsiones, no es más que una especie de insinuación, tal vez una voz en mi cabeza, que me repite que ya no hay vuelta atrás, que el Ecuador, antaño isla de paz, hoy territorio de guerra, difícilmente volverá a ser el de antes, y que esa es nuestra nueva realidad por más duro que suene.

Con lo anterior, no pretendo crear un ambiente pesimista para el próximo mandatario, sino, más bien, advertirle que las señales de alerta se desbordan, que nos encontramos en momentos turbulentos, que deberán ser sorteados con mucho ingenio, pero también con determinación y firmeza, y que a esta altura las excusas sobran, nadie las escucha, se pierden en el olvido. Hic Sunt Dracones. Aquí están presentes. (O)