Esta columna toma el título de la canción de la banda argentina ochentera Virus, a propósito de “las máquinas de seducción cotidiana” en las que nos hemos convertido. “Vuelve el deseo y la ansiedad de este cuerpo. Mi boca quiere pronunciar el silencio”. A pesar de las décadas de distancia, la cita se ajusta a lo que ocurre con el ser humano contemporáneo y su constante afán de notoriedad. Somos individuos dominados por la interacción social, las redes y la comunicación excesiva. Pienso en el estado de alerta que se ha instalado en nosotros: al chat, al mail laboral o a las noticias de las diversas redes sociales. A eso le sumamos el performance de la exhibición.

El auge de los influencers y las plataformas que sostienen sus contenidos demuestra la importancia de ser incluidos en un mercado. Formamos parte de una comunidad interconectada donde muchas veces olvidamos los límites entre ser y parecer y cedemos a la tentación de inventar una imagen que no nos corresponde. Cedemos ante situaciones frívolas, amparados por lo trend y por lo que funciona en la dinámica de la interacción. Teniendo en cuenta esto, no es de extrañarse que hasta un tema tan trágico y doloroso como la guerra se banalice.

¿Para qué es necesario utilizar escenarios de ciudades destruidas por la guerra para ubicar al personaje central?

Las fotografías que la reconocida Annie Leibovitz, premio príncipe de Asturias 2013, hizo de la primera dama ucraniana, Olena Zelenska, en la revista de moda Vogue fueron noticia los últimos días. El trabajo de Leibovitz es reconocido por fotografiar íconos de la cultura pop y elevar la trascendencia artística de sus propuestas visuales. Memorables son las portadas, que están integradas al imaginario popular, como la icónica composición donde aparecen Yoko Ono y John Lennon en la revista Rolling Stone. Ahí se observa al ex-Beatle desnudo, abrazado y besando a su pareja vestida de negro. La mítica foto quedó inmortalizada por el lente de Leibovitz. Horas después de dicha sesión, Lennon fue asesinado afuera de su departamento en Nueva York. Muchos deben recordar a Demi Moore posando desnuda y embarazada de 7 meses para la revista Vanity Fair. Sin duda, Leibovitz trazó un portafolio fotográfico irreverente y arriesgado.

La pensadora Susan Sontag, expareja de Leibovitz, escribió que “fotografiar es apropiarse de lo fotografiado. Significa establecer con el mundo una relación determinada que parece conocimiento y, por lo tanto, poder”. Y es en ese recorte de realidad que aparece en las imágenes realizadas para Vogue donde nos llenamos de preguntas. ¿Acaso los datos de la guerra no aportan material para el retrato del dolor? ¿Para qué es necesario utilizar escenarios de ciudades destruidas por la guerra para ubicar al personaje central? La primera dama de Ucrania aparece en varias fotografías cerca de soldados, de escombros o en espacios cerrados abrazada a su esposo, Volodimir Zelenski. Si se visita la página de Instagram de la revista, se puede observar el video del making off, así, tal cual una escena de película que insiste en mostrar que la guerra también se espectaculariza. Que debemos aceptar imágenes paganas en un mundo que insiste en la banalización como estilo de vida. (O)