Inicios de los años 80 del siglo pasado, en Inglaterra se acuñó el término neet, que traducido significa no tiene empleo, no estudia y tampoco recibe formación. En español, se los denomina ninis. En la categoría neet se encuentran más del 25 % de los jóvenes ecuatorianos que, sin oportunidades de empleo, educación o futuro, esperan respuestas urgentes de quienes hacen políticas públicas.

A inicio de este año se culminó la redacción del Reglamento a la Ley Orgánica de Juventudes y a ese propósito los discursos políticos resaltaron la importancia de la juventud. Pero las familias requieren más que simples arengas, es necesario que se planifique cómo se solucionarán los tres principales problemas que aquejan a jóvenes hombres y en mayor magnitud a jóvenes mujeres, ya que son esas las que más sufren del desempleo, falta de educación y alternativas para decidir sobre su vida.

Los tres problemas son: la falta de acceso a educación superior, la ausencia de oportunidades laborales y la insuficiente capacitación. Sobre el primero, la educación superior sigue sin solucionar las cuotas de ingreso a las universidades y la oferta de profesiones adecuadas a la realidad tecnológica del mundo.

Respecto del segundo, mientras los sistemas de seguridad social quieren que la gente trabaje más allá de los 65 años de edad, no crean planes para el trabajo intergeneracional y la incorporación de la fuerza laboral más importante del país que son los jóvenes. Por un lado, hay la falta de empleo y, por otro, hay el subempleo del que son víctimas silenciosas los jóvenes.

En cuanto a la capacitación, si bien la digitalización, la robotización y la inteligencia ponen en peligro varios puestos de trabajo; los estudios coinciden en que en el futuro se revalorizarán todas las actividades manuales. De ahí que deben promocionarse las profesiones técnicas y tecnológicas que no pueden ser automatizadas.

Para comprender la frustración juvenil y el dolor de las familias, imagínese culminar la secundaria y encontrarse sin opciones para seguir adelante. De ahí que las ofertas de trabajos precarios, peligrosos, e incluso las organizaciones delictivas encuentren en el desempleo juvenil el terreno propicio para aprovecharse de nuestros jóvenes.

Es la magnitud del problema la que puede llevar a considerar como tentadoras las ofertas políticas que privilegian dar empleo a personas ecuatorianas, en vez de a extranjeros. Es la ausencia total de planificación a largo plazo la que puede incidir en injusticias y despidos masivos de personas mayores, mientras se ofrecen salarios precarios a jóvenes profesionales.

Definitivamente, el país y sus gobernantes requieren ser más responsables con la población. La ausencia de planificación respecto a los neet y a los adultos mayores se constituye en una bomba de tiempo que nos explota en la cara y en el corazón.

Desde el 2008 se nos prometió que el Estado velará por los derechos de las familias, hoy constatamos que fue una linda promesa; que cayó en sucesivas manos irresponsables. Basta con recorrer las calles para saber que no se planificó a largo plazo. (O)