Nació el año en que murió su país, Alemania Oriental. Dos años antes, el Muro de Berlín se vino abajo. El mundo se estaba transformando. No debería costar trabajo descifrar sus sueños de niñez, porque al poco tiempo se puso a patear la pelota. Y más que eso: empezó a edificar su finísimo estilo técnico, de eficacia quirúrgica. A sus 16 años Toni Kroos ya era una promesa para el fútbol europeo. Por eso ingresó a las categorías inferiores del Bayern de Múnich. Es decir, empezó el intenso y quizá corto camino que, tras un breve paso en el Bayer Leverkusen, lo llevó al equipo de sus sueños. En aquel entonces ya representaba a Alemania en la selección sub-17, ya había ganado dos Balones de oro y una Bota de bronce.

Fideo (Di María)

Pero vamos a empezar por el final. Es el 25 de mayo de 2024. El Real Madrid empató con el Betis. Pese a que el partido ha terminado, nadie sale del mítico Santiago Bernabéu. El público está de pie y ovaciona a Toni Kroos en su último partido en casa. El alemán da vuelta al ruedo junto con sus hijos, seguido por todo el equipo merengue. Ancelotti aplaude. Cinco días después, y tras una década portando la camiseta del equipo de Di Stéfano, se retiró del club alzando la Champions League tras vencer al Borussia Dortmund en el Wembley de Londres. Jugó como titular 86 minutos, hasta pasarle la posta a Luka Modric. El Real Madrid consiguió su décima quinta orejona, Kroos su quinta.

Fue campeón del mundo con la selección alemana en el Mundial de Brasil y protagonista de la histórica goleada al anfitrión, y cinco veces campeón, en la que logró el doblete más rápido de la historia de los mundiales cuando anotó dos goles en 69 segundos. Aquel 2014, tan duro para Lionel Messi. Kroos es el máximo ganador de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, con seis títulos, y comparte ese mismo récord en la Champions con Paco Gento, Modric, Dani Carvajal y Nacho. Es el único campeón del mundo nacido en la Alemania que estuvo al otro lado del telón de acero.

Sus detractores le acusaron de burócrata del fútbol, por su técnica excesivamente cerebral. Su carrera demostró que es posible alcanzar la gloria mediante un sentido de pasión y rigor fríamente calculados. Quizá, como nadie, encarnó el alma alemana, que encuentra en la razón su motivación metafísica. Un Thomas Mann del fútbol. Pienso que por eso, cuando tenía 17 años, su sagacidad corporal y metódica entusiasmó a Gerd Müller y Franz Beckenbauer. Entendieron que en Toni Kroos había futuro.

¿Por qué, entonces, se retira a sus 34 años? Decidió dejar el fútbol cuando su carrera estaba en la punta de la ola. Su preocupación, entonces, tuvo connotaciones estéticas. El imperativo categórico de Toni Kroos tiene que ver con la planificación del gozo y el deleite. Su hinchada lo recordará como si fuese el resoplido de una ovación. Miguel Gane tiene un poema que podría describir a este legendario y cerebral centrocampista, que lega su dorsal (8) a Fede Valverde: “Hay que saber irse,/ hay que saber abandonar el barco/ sin hundirlo,/ hay que cerrar la puerta/ sin dar un portazo […] Hay que ser elegante al marcharse […]. Hay que saber marcharse”. (O)