En la antigüedad y en la Edad Media, al igual que ocurría en esos mismos años en Europa y en el resto del mundo, el dominio masculino de la política y la guerra era absoluto en Japón. Así y todo, en ese país hubo mujeres de fuertes caracteres y valentía notable, que tomaron las armas, las llamaban onna bugeisha, mujer guerrera. Pero no solo en las armas las japonesas supieron encontrar maneras de incursionar en campos que les estaban limitados. En la literatura medieval japonesa destacan algunas escritoras, entre ellas Murasaki Shikibu, autora de la Historia de Genji, la primera novela japonesa y una de las primeras del mundo. Además, como no se les permitía aprender a escribir con los complejos caracteres kanji, inventaron escrituras fonéticas que aún se usan.
A pesar de estos tempranos resplandores, no hubo una mujer jefe de Gobierno hasta el martes de la semana pasada, día en el que Sanae Takaichi, una política recursiva y determinada, fue nombrada primera ministra de Japón. Su presencia en el cargo es de por sí una revolución, sin embargo, pertenece al Partido Liberal Demócrata (PLD), una agrupación de ideología conservadora que ha gobernado los últimos setenta años, con dos breves interrupciones. Y la señora Takaichi tiene puntos de vista muy nacionalistas y tradicionalistas, que podrían repercutir en su gobierno. Ella ha trabajado con el grupo de acción política Nippon Kaigi, partidario de abandonar la actitud culpable con respecto a la Segunda Guerra Mundial. Igualmente se ha opuesto a la posibilidad de que una mujer pueda ser emperatriz, sin embargo, de que históricamente hubo algunas que lo fueron.
La elección de la señora Takaichi como presidenta del PLD y aspirante a la jefatura de Gobierno, provocó la ruptura de una coalición que por más de 25 años se había mantenido con el Komeito, un partido centrista relacionado con una organización budista. Esto obligó a los liberal demócratas a conformar un frente con el Partido de Renovación de Japón, grupo con base en la gran ciudad de Osaka y su prefectura. Este movimiento ha sido calificado como “libertario”, cuando en realidad su trabajo se ha enfocado en la descentralización y en reducción de las entidades estatales, con cierto carácter populista, como la disminución de los miembros del legislativo (¿les suena conocido?). Los renovacionistas no forman parte del gabinete de Takaichi y su apoyo es meramente parlamentario.
De todas maneras, la mayoría que consiguen entre los dos bloques es precaria. Por esto las radicales posiciones de la nueva primera ministra parecen haberse suavizado en los últimos días, al enfrentar la complicada realidad política. Japón, tras cuatro décadas de un crecimiento inusitadamente vigoroso, que lo llevó a convertirse en la segunda economía del mundo, se estancó a partir de los años noventa y no ha sabido recuperar la vía de la expansión. Las tensiones en Asia Oriental son fuertes. Hay mucho por hacer. Es de esperar que este hermoso e interesante país, siempre alineado con lo que debe seguir llamándose el “mundo libre”, es decir las naciones que siguen principios humanistas y democráticos, se afiance para ayudar a sostener esos valores. (O)










