¿Sabías que las esponjas son animales? Esponjas marinas y de agua dulce habitan todas las latitudes de nuestro planeta y todas las profundidades de los ecosistemas acuáticos. Son los animales más simples del grupo de los invertebrados: no tienen órganos ni tejidos especializados. Las esponjas tienen células inteligentes, que funcionan de manera coordinada y realizan distintas funciones. Existen más de 6.000 especies diferentes y su esqueleto está conformado por espículas hechas de carbonato de calcio o sílice. Las espículas son diminutos ‘pinchitos’ que solo se pueden observar bajo un microscopio. ¿Recuerdan cuando jugábamos macateta o también llamado matatena? Pues, las espículas son iguales a las piezas de ese juego.

Aunque a simple vista parezca que no ‘hacen mucho’, las esponjas son superfiltradoras y productoras de alimento para otros organismos. Ellas limpian los océanos, ya que a través de sus paredes pasan más de dos litros de agua por minuto. Las células encargadas de la alimentación extraen las partículas del agua que está siendo bombeada, ya sean estas materia orgánica, bacterias o incluso plancton, y así come la esponja. Existen muchas variedades y colores, desde rojas, naranjas y moradas hasta azules y amarillas. En cuanto a las formas, estas pueden ser aplanadas, tubulares, en cono, abanico, incluso en forma de carne en palito. A medida que la tecnología avanza y con la ayuda de robots submarinos llamados ROV (por sus siglas en inglés), seguimos descubriendo especies nuevas de esponjas, una más llamativa que la otra. Antiguamente se utilizaban estas esponjas naturales para bañarse; ahora utilizamos esponjas sintéticas en la ducha y para lavar platos. Sin embargo, en algunas partes del mundo todavía se extraen esponjas naturales para fines de limpieza personal.

La madre naturaleza ama contar historias, a veces románticas, a veces alegres, o un poco tristes, pero siempre con una enseñanza...

Hay una historia muy romántica alrededor de estos animales. Existen esponjas de cristal, también llamadas ‘canasta de flores de Venus’. El esqueleto de estas especies está formado de sílice, el mismo material del vidrio. Pequeños camaroncitos entran al interior de esta esponja, donde tienen refugio y comida. Suena como la situación ideal; sin embargo, a medida que van comiendo y creciendo, los camaroncines se quedan atrapados en esta jaula de cristal. La feliz pareja camaronezca, sin tener la opción de divorciarse, hace su vida en esta casa, e incluso llegan a reproducirse. Al nacer sus crías escapan de la esponja de cristal, ya que su tamaño se lo permite. Lo más romántico es que la vida de los camarones es de cinco años, mientras que las esponjas pueden vivir cientos de miles de años. Los cuerpos de los camarones, al igual que los amantes de Sumpa, vivirán para siempre dentro de esta canasta de cristal. Esta relación simboliza el amor eterno, y es por eso que en algunas culturas asiáticas la canasta de Venus con los camarones en su interior se extraía y se regalaba a los recién casados en el día de su boda.

La madre naturaleza ama contar historias, a veces románticas, a veces alegres, o un poco tristes, pero siempre con una enseñanza detrás que podemos aplicar en nuestra vida. La naturaleza es nuestra mejor maestra. (O)