Las agresiones contra la doctora Diana Salazar por parte de la mafia política y los carteles del crimen organizado se han redoblado recientemente. Los ataques contra ella ahora hasta van cargados de ingredientes racistas y sexistas. Es el precio que debe soportar por haber destapado las alcantarillas que enlazaban a buena parte de nuestra clase política con el narcotráfico y con la delincuencia. O es que acaso alguien duda de que ha sido gracias a ella que hoy los ecuatorianos tenemos pruebas contundentes –mensajes, cuentas, confesiones, fotos, etc.– de ese aparejamiento perverso entre los jueces y la corrupción, entre el crimen y ciertas organizaciones políticas.

‘Vengan, de a uno…’

De no ser por las investigaciones que frontalmente está llevando a cabo la doctora Diana Salazar, a estas alturas el Sr. Muentes no solo que se habría llevado sus millones de dólares del Banco del Pacífico, sino que seguiría de dueño y señor de los juzgados y la Corte de Guayaquil, vendiendo sentencias, cobrando para que los jueces falten a las audiencias o preparando los borradores de sus decisiones. La fila de los jueces que dócilmente hacían cola para ingresar a su casa de la isla Mocolí, hoy en día continuaría sin que nos enteremos. El Sr. Terán, que tanto insiste en fingir ser enajenado mental para impresionar a unos cuantos ingenuos, habría continuado liderando desde el Consejo de la Judicatura su gigantesca red de corrupción que hoy la conocemos gracias a la fiscal. Es por ello, por el enorme daño que este individuo ha causado a la sociedad y por el enjambre de poder que logró acumular desde la alta dignidad que se le confió, que indigna el que, gracias a un espurio habeas corpus, ahora pueda interferir cómodamente las investigaciones de la fiscal. Algo inconcebible en cualquier país que se haya propuesto combatir la corrupción. Y que esto lo haga la propia Corte Nacional es más desolador todavía.

Cuando el gato no está…

Los insultos y agravios contra Diana Salazar van a continuar. El trabajo que ella viene haciendo debe resultarle inaceptable a la casta de políticos corruptos que tenemos. No deben ver la hora de que ella se vaya a su casa. No deben ver la hora de tener en ese cargo a una marioneta como en el pasado. Buscan destruirla a toda costa. Todo puede esperarse de gente que no se detuvo en asesinar a Villavicencio. Basta leer los cargos que se le imputan para concluir que lo único que buscaron al aprobar su enjuiciamiento era socavar su autoridad. Luego vendrá el sainete propio de la mafia siciliana de votar en contra de su censura quienes provocaron este enjuiciamiento para que supuestamente ella les deba ese favor. Es la vieja práctica de la marrullería ecuatoriana que sigue vigente como siempre. Están desesperados por tomarse la Fiscalía General y ahora les ha venido el ansia de tomarse la Corte Constitucional. Son insaciables, como esas bestias con hambre.

Días difíciles se vienen para la fiscal general. Su enfrentamiento contra la mafia política no atañe solo a ella, sino a todos los ecuatorianos que queremos otro país. No tendremos un país libre de sicarios, asaltantes y criminales en las calles mientras tengamos una clase política que sobre los pilares de la justicia se entrega, pacta y duerme, a escondidas o al abierto, con la delincuencia organizada y el narcotráfico. (O)