El Gobierno argentino se ufana de haber reducido la pobreza, mas no es cierto, unos dicen que en ese diciembre habían perdido sus empleos 261.000 personas, y, otros, 185.000 en febrero del 2025, miles de ellos servidores públicos por la eliminación o reducción de las entidades del Estado y la paralización de la obra pública. Se desregularon las tarifas de los servicios básicos, lo que triplicó su valor y se liberó el precio de las medicinas y del alquiler de las viviendas, entre otros, lo que impactó especialmente a los jubilados, cuyas marchas han sido reprimidas por el régimen que proclama la libertad, no la del ciudadano común, sino la del zorro en el gallinero. Margaret Thatcher, como primera ministra del Reino Unido, empobreció al Estado vendiendo sus bienes. A decir de sus críticos, logró éxitos macroeconómicos a costa de grandes costos sociales, la producción industrial cayó drásticamente por el desempleo, que se triplicó. Como ministra de educación de un gobierno anterior, retiró la leche escolar gratuita a niños mayores de 7 años, mostrando del capitalismo su torvo rostro.
Se trata del neoliberalismo que promueve la disminución del papel del Estado en la economía, la privatización de empresas y servicios públicos y la desregulación del mercado, alegando que ello fomenta la eficiencia económica y el crecimiento a través del libre mercado. Sin embargo, sostiene Kosul-Wright respecto al fundamentalismo del mercado, que dice tener una fe ilimitada en la capacidad de la libertad del “dejar hacer, dejar pasar”: “esta inevitabilidad de las fuerzas del mercado que sus defensores tienden a subrayar, camuflan intereses particulares en su retórica, como bienestar general”. Hoy le dirían fundamentalista a él, no obstante, las medidas ya referidas, adoptadas por Milei, claramente benefician a élites económicas.
Los neoliberales preconizan una mínima intervención del Estado, solo la necesaria para que sus negocios prosperen, pero cuando les va mal, acuden al denostado Estado: En la crisis económica mundial de 2008, originada por las fallas en la regulación económica, los gobiernos de muchos países dieron bastante dinero al sector privado, lo que provocó austeridad fiscal y protestas sociales por el aumento de la pobreza. En Ecuador sucedió lo propio en la segunda mitad del siglo XX, el último episodio con préstamos a instituciones financieras quebradas y mal administradas, al amparo de la Constitución de 1998.
David Harvey sostiene que el Estado debe garantizar, por la fuerza si es necesario, el apropiado funcionamiento del mercado. Es lo que hicieron las últimas dictaduras de Argentina y Chile, donde se aplicaron las enseñanzas de Friedman y los ricos se hicieron más ricos y los pobres más pobres. O aprovechar un desastre natural como ocurrió en Nueva Orleans después del huracán Katrina, donde casi todas las escuelas públicas se convirtieron en privadas, perjudicando a hogares de escasos recursos económicos y despidiendo o rebajando el sueldo de los profesores.
Laocoonte advirtió a Troya que sería destruida, pero no lo oyeron y Troya fue destruida. (O)