Tenemos nuevo ministro de Agricultura y Ganadería. El funcionario entrante encontrará muchas urgencias por atender, que probablemente lo capturen, sin dejarle tiempo para los cambios que saquen de la intrascendencia al MAG. Estas líneas sugieren innovaciones para mejorar el impacto del ministerio en las condiciones de competitividad, inclusión social y sostenibilidad ambiental de productores y sectores agropecuarios.

Primero: tener en cuenta que la intervención pública sobre la cadena productiva modifica la distribución de poder negociador existente entre los actores de la cadena. Cuando los Gobiernos alientan la asociatividad del productor, su integración hacia adelante y/o lo conectan con nuevos clientes, mejoran sus condiciones de negociación. Cuando se aumenta la productividad de los cultivos, el productor será menos vulnerable a las oscilaciones de precio. Si, además, el servicio público le facilita acceso a capital de trabajo en condiciones apropiadas, podrá vender la cosecha sin desesperación. Por tanto, el nuevo ministro deberá gobernar el impacto del MAG sobre el poder de los actores y mantener coherencia entre sus propuestas y los resultados a obtener.

En cuanto al qué hacer, lo espera una variada gama de problemas: urgencias por caídas de precios y demandas externos, vulnerabilidad crónica de productores, canales de comercio capturados, etcétera. Mas, cuando se miran en perspectiva, los problemas a resolver se pueden agrupar en tres tipos: los relacionados a la baja productividad, a las malas condiciones de acceso a recursos de producción (dinero, tecnología, asistencia técnica, información comercial) y a la carencia de capacidad comercializadora de los productores. Para mejorar las relaciones de poder señaladas, innovar implica intervenir simultáneamente sobre las cadenas productivas con proyectos y programas en estos tres aspectos.

¿Es mucho pedirle al MAG? Según los resultados logrados por décadas, parece que sí. En consecuencia, el rumbo de la innovación pasa por plasmar nuevas reglas del juego entre el MAG, entidades relacionadas, proveedores, productores y clientes. Que el MAG conserve el rol rector (pone reglas, financia bienes públicos, controla, sanciona) y delegue la prestación de servicios a productores asociados y actores privados. Que rescate o renueve, entre su frondosa plantilla, los expertos y probos funcionarios que deberán diseñar y supervisar la prestación de servicios a delegar. Sin una masa crítica de aquellos, cualquier agenda estratégica del nuevo ministro se ahogará entre los intereses que condicionan el actual desempeño del ministerio. Que la tecnología, más que nunca al alcance de los productores, sea elemento central en los mecanismos de transferencia de dinero, formación e información.

Finalmente, que el nuevo ministro cuente con una agenda de logros de corto plazo en los tres ámbitos de intervención simultánea (productividad, transferencia de recursos y comercialización), pues el rediseño institucional toma tiempo y consume ‘piso político’. Que él decida innovar es el único camino para trascender. (O)