El presidente de los EE. UU., Donald Trump, tuvo una reunión no amigable con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, referente a un acuerdo sobre el destino de los recursos naturales del territorio ucraniano a cambio de incrementar el apoyo económico-militar y de garantías para lograr la paz con Rusia. Al final, Zelenski perdió. Acto seguido acudió al Reino Unido y a los países de la Unión Europea (UE) para validar y aumentar su apoyo, lo cual logró limitadamente. Cabe señalar que la UE tiene una difícil organización y no posee músculo militar, ya que los países contribuyen con una parte de su fuerza militar a la OTAN, en la cual EE. UU. es el mayor aportante.
Este hecho lleva el mensaje de que Trump desea ubicar a su país en el primer lugar del orden mundial y lograr la supremacía. Al respecto, Henry Kissinger, en su libro Orden Mundial, dice: “Jamás ha existido un verdadero orden mundial”, aunque se aproxima como un orden al de la Europa Occidental descrito en el tratado de Westfalia (1648), que asignó a cada Estado soberanía sobre su territorio. Pensadores han dividido al orden en mundial, continental o regional; también lo han clasificado de acuerdo con geopolítica, geoeconomía o georreligión.
El efecto Trump en el petróleo ecuatoriano
El orden mundial ha sido calificado con base en la hegemonía como multipolar, bipolar, apolar o unipolar. Ejemplos: Un orden multipolar se vivió con la hegemonía de los imperios antes de la Primera Guerra Mundial, al finalizar algunos se extinguieron como el Turco-Otomano; y al final de la Segunda Guerra Mundial (SGM) se extinguieron otros como el británico. El orden bipolar apareció después de la SGM, con la supremacía nuclear de los EE. UU. y la URSS, hasta la desintegración de la URSS (1991). Un orden unipolar surgió en 1991 a favor de los EE. UU., hasta el 2001, en que el terrorismo destruyó las torres gemelas en Nueva York. El orden apolar se instauró desde el 2001 hasta el 2025, cuando llegó a la Presidencia Trump. Un orden unipolar parece ser el objetivo de Trump, sustentado en la hegemonía política, supremacía económica y superioridad militar.
La frase de Kissinger, “jamás ha existido un verdadero orden mundial”, sigue teniendo validez, pues no es fácil ubicarse en el primer lugar en el orden mundial, porque compiten potencias como la Federación de Rusia, la República Popular China, la Unión Europea y otros estados con capacidad militar y nuclear, una economía en expansión e influencia política sobre países alineados.
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, tiene afinidad política con el presidente Trump. En lo económico, EE. UU. es un gran mercado para los productos ecuatorianos, pero debemos estar atentos a las políticas arancelarias agresivas que impone Trump para doblegar resistencias. En el sector militar, EE. UU. seguirá apoyando a Ecuador, debido a que tenemos como enemigo común al crimen organizado transnacional narcotraficante, que atenta contra la soberanía de los dos países y de todos los países unidos por las cadenas de la cocaína, armas, dinero y violencia.
Por último, cualquier aspiración de lograr el primer puesto o subsiguiente, en el orden y hegemonía mundial, debe eliminar al crimen transnacional. (O)