En uno de los salones de la Biblioteca Municipal se realizó un significativo acto desbordante de emociones cuando líderes de 30 comunidades esparcidas en entusiastas barriadas de la ciudad y de las parroquias rurales El Morro y Puná suscribieron actas de entrega recepción de huertos desarrollados por ellos, sus compañeros, vecinos, con jóvenes y niños, apoyados con la provisión de insumos, materiales, herramientas y asesoría del programa ideado e impulsado con fervor por la alcaldesa Dra. Cynthia Viteri Jiménez. Esas originales estructuras supervivieron al directo impacto de la pandemia sin que su estela macabra los hubiese detenido, constituyeron fuente de abastecimiento de verduras y hortalizas, algunas medicinales, mitigaron el hambre y el dolor y con su cultivo se convirtieron en maravillosa terapia a la ansiedad y otros desórdenes del comportamiento humano.

Conforme el objetivo del plan, de ahora en adelante serán los propios beneficiarios, ya capacitados e imbuidos de una contagiosa mística, quienes continuarán sosteniendo con su peculio esos pintorescos enclaves, mientras nuevos participantes de otros sitios se integrarán a la continuación del proyecto, con el ejemplo de sectores deprimidos, pero cultivadores de verduras, visitados por los futuros horticultores invitados para que la propuesta no fenezca, sino que se encarne en nuevos adeptos hasta alcanzar su masificación, bajo el comando de la Lcda. Enith Romero, directora de Vinculación con la Comunidad.

Además de esparcimiento y terapia, son una oportunidad para fáciles emprendimientos, sin mucho costo ni duración hasta ver resultados, en menos de 30 días podría cosecharse suculentos rábanos; desde 45 días, agradables pimientos y tomates; no se diga lechugas, nabos, zanahorias y una amplia gama de vainitas, complementados con una que otra planta de gandul o fréjol de palo, con fuerza proteínica de sencillo implante, sin exigencias hídricas, con un poco de esmero podrían transformar las barriadas guayaquileñas en parcelas hortícolas para consumo doméstico y mercadeo comunitario.

Sería el inicio de cristalizaciones ambiciosas, como plantar especies de sencillo manejo para el desarrollo de un agresivo laboreo citadino con especies encaminadas hacia la exportación, como la aromática y curativa citronella, el orégano, con justicia llamado “esplendor de la montaña”, cuyo perfume perdura en el entorno guayaquileño, en tanto que su sabor se torna agradable; con más tiempo de espera, la tan escasa, deliciosa y costosa vainilla ha encontrado en el medio tropical de la ciudad las condiciones ideales hasta reducir su largo periodo, con flores que seducen insectos específicos que las fecundan con precisión.

Ante los horrores de la guerra inútil, de infernal dimensión e incógnita duración, la mejor respuesta es más agricultura frente a la hambruna que traerá consigo, estos plantíos capaces de crecer tan cercanas a las familias, responderán con creces como seres vivos que son a los amorosos tratos en los mágicos huertos y espacios aprovechables de patios, balcones, en superficies de recreo de escuelas y colegios acondicionadas para sembríos colectivo. (O)